A
propósito del debate sobre las acusaciones sharonistas de la existencia
del antisemistismo europeo, soy convencido de que el mayor antisemita
lo conforma el gobierno del general Ariel Sharon, es decir su política.
Después de los nazis nadie como él ha dañado tanto
al pueblo judío.
Su política de genocidio de los palestinos crea inadversión
y genera legitimas protestas contra el gobierno israelí. Es de
suyo evidente que no toda protesta ni toda condena es un acto antisemita.
Sin embargo, Sharon presenta cualquier protesta contra su gobierno como
acción antijudia y/o antisemita. Este es un aprovechamiento ilícito
de un sentimiento humanitario generalizado que condenó la matanza
de judíos o gitanos o izquierdistas por el régimen nazi.
Conozco muy bien este sistema de propaganda política pues el mismo
procedimiento empleó Pinochet en Chile. Cada condena de la ONU
por la violación de los derechos humanos de su régimen,
y de su política, la presentó como un ataque a Chile y a
los chilenos.
Con el criterio de Sharon habría que calificar de antisemitas a
los 150 estados que votaron en la asamblea general de Naciones Unidas
para que Israel acate el pronunciamiento del Tribunal Internacional de
La Haya que declaró ilegal la construcción del muro de Cisjordania,
mil veces peor que el de Berlín.
Para
mí y muchas personas nacidas y criadas en Chile los conceptos de
judío o antijudío nunca formaron parte de nuestro mundo
conceptual: esas palabras (y muchas otras) son originadas, usadas y llenadas
de sus contenidos actuales, por los formadores de la cultura occidental,
cristiana, por añadidura. Si alguien las utilizó en nuestro
país fueron imitadores huecos de conceptos que están llenos
de un racismo indignante.
Digo esto porque estas palabras tienen un contenido que todos conocemos,
peyorativo hasta la demencia criminal, pues sirvió para justificar
la matanza de judios en Europa a fines de la primera mitad del siglo XX.
Ese genocidio, similar al perpetrado contra los gitanos o los bolcheviques,
ha sido y es conocido como el Holocausto que aún aterrotiza, conmueve
y nos hace luchar para que nunca se repitan tales agresiones a la humanidad.
Palestina concita hoy esos sentimientos e ideas humanitarias. Es un pueblo
al cual Israel le desconoce aquellos derechos que en su tiempo reclamó:
conformar un Estado. Palestina es un pueblo invadido y maltratado como
colonia en el afán sharonista de arrebatarles parte de su territorio.
Los propagandistas de Sharon, algunos autotitulados de „filósofos“,
esquematizan estas protestas. Afirman éstos la existencia de un
antisionismo de izquierda y dicen que esta fuerza habría reemplazado
al Che por Arafat y a Hitler por Sharon. Este simplismo busca erosionar
las protestas contra las acciones militares de Israel. Pinochet, en su
tiempo, afirmó que los que luchábamos contra su regimen
éramos „malos chilenos“ . Muchos de los „buenos
chilenos“ hoy deben enfrentar procesos por violaciones a los derechos
humanos y por corruptos, como el mismo tirano, calificado por la justicia
como „demente progresivo“ para evitarle un proceso, pero capaz
de manejar cuentas por millones de dólares en el exterior.
Digo
que estoy presenciando en medios de destrucción de la verdad un
aprovechamiento ilícito de la persecución y muerte acaecida
en campos de concentración durante la segunda guerra mundial.
Creo que el general Sharon, con su política, al igual que Bush,
estereotipan y dañan a todo un pueblo, en primer lugar el palestino
y luego el israelí, por las crueldades que ellos, como gobierno
producen.
En Israel y en el exterior hay israelíes que no comparten esta
política, incluso militares que deben sufrir las penas del infierno
por pronunciarse por negociaciones que conduzcan a soluciones políticas,
y no armadas del conflicto con los palestinos.
El gobierno de Ariel Sharon no puede soslayar su responsabilidad en el
suicidio de jóvenes militares israelíes. Desde hace años
la principal causa de muerte de militares israelíes no proviene
de la resistencia o acciones terroristas sino de ellos mismos: se matan,
centenares de militares israelíes se suicidan.
Es indudable que la motivación tiene que ver con la guerra, con
la obligación de matar niños, mujeres, ancianas y ancianos
y hasta inválidos palestinos. Ninguna persona honesta puede soportar
tales excesos.
Es tal la presión y el nacionalismo que organismos que jugaron
un rol ético insoslayable callan o incluso hasta justifican la
política del general Sharon. Es el caso de asociaciones israelíes
que existen en el exterior, incluso el Centro Simon Wisenthal.
Este Centro, que lleva el nombre de su fundador, contribuyó a conformar
la información sobre la conducta nazi, sobre algunos de sus principales
ejecutores, y que permitió la captura y/o su procesamiento.
Pues bien, confrontado con la actual situación, no hay palabras
ni ideas para repudiar las formas siniestras utilizadas para que se maten
seres humanos entre sí, la mayoría víctimas inocentes,
de uno y otro lado. No, el Centro de Informaciones Simon Wisenthal justifica
la política de Ariel Sharon: una falta de consecuencia ética
inmensurable.
Israel
puede darse el lujo de rechazar cualquier indagacion sobre la elaboración
de armas de exterminio masivo. Existe la certidumbre de que el único
país de la zona que cuenta con el arma nuclear es Israel. Las informaciones
no oficiales estiman entre 150 a 200 cabezas nucleares. Nunca el gobierno
ha desmentido la existencia del arsenal atómico.
Su no adhesión al Tratado de No Proliferacion del arma atómica
debe ser resultado de este hecho.
Tampoco acata las decisiones del Tribunal Penal Internacional, pero aplaude
aquellas resoluciones de ese tribunal que sancionen a sus „enemigos“.
Doble rasero que es útil solo durante un tiempo, pues finalmente
conduce a sus practicantes al descrédito. Eso está pasando.
Sharon alienta una hoguera antijudía o antisemita. Es el principal
promotor.
Agudiza el conflicto con el gobierno de Francia llamando a los judios
a regresar inmediatamente a Israel. Los mismos judios franceses dicen
que le está echando leña al fuego.
Creo que
estamos presenciando a través de los medios de masa el genocidio
de los palestinos por parte del ejército del gobierno de Sharon
que lo ejecuta con la complicidad de Estados Unidos y con armas que le
venden también algunos países de Europa.
Para enmascarar el genocidio los „analistas“ nos invitan a
reflexionar en miradas sincrónicas de sucesos, como si carecieran
de historia, condenando el terrorismo palestino y/o israelí, aunque
excusando, por lo general a este último, calificandolo como el
derecho a defenderse.
Este enfoque norteamericano le permite a esta potencia en el Consejo de
Seguridad de la Onu eximir sistemáticamente a Israel de toda responsabilidad
terrorista y/o genocida.
El ejército de Sharon no combate a los grupos palestinos armados
sino que asesina al boleo, a todo palestino que se encuentre en una zona
determinada, y así caen hombres, mujeres y siempre niños.
No se escapan los parientes de quienes realizan acciones armadas.
Esta práctica no constituye error sino, por el contrario, es una
planificación militar de tipo genocida. Las dictaduras de Pinochet,
la argentina y otras las realizaron porque buscaban destruir total o parcialmente
a todo el tejido social solidario.
En el caso de Palestina se ve que Sharon trata de aniquilar, de destruir
a un grupo nacional, el palestino. La traduccion alemana de aniquilar
es Vernichtung, justamente lo que los nazis hicieron con el pueblo judío.
Una parte de los representantes de las víctimas de ayer se convierten
hoy en victimarios. Digo una parte porque las manifestaciones de decenas
de miles de israelíes que se pronuncian por la paz puede convertirse
en un factor en la busqueda de una solución politica a esta guerra
que tanto espanto nos trae diariamente a nuestras casas.
Miguel
Gómez S
julio, fines, 04
|