Las
fotos que muestran las torturas a que fueron sometidos los prisioneros
en Irak por nortamericanos y británicos quedaran grabadas en toda
retina humanista como aquellas de los niños vietnamitas que huian
despavoridos de las bombas yanquis.
El antinorteamericanismo y hasta el odio hacia lo yanqui tiene
fundamento. Los gobiernos norteamericanos, con sus ejércitos invasores
o mediante instrucción y/o utilización de otros ejércitos,
siempre han torturado. Es más, el poder norteamericano tiene esa
base de desarrollo.El exterminio de los aborígenes, el aprovechamiento
del esclavismo y el colonialismo son imposibles sin la violencia desenfrenada.
Yanqui go home, está grabado en generaciones de ciudadanos no norteamericanos.
Naturalmente que el gobierno y Bush sabían que pasaba
con los prisioneros iraquíes. La CIA siempre ha usado de la tortura
para obtener confesiones. Y esta práctica la ha transmitido urbi
et orbe. Bush se ha visto forzado a referirse al tema cuando se destapó
lo que sabía desde hacía meses.
Sin embargo, ni Bush ni Blair han podido reir a sus anchas
y gritar viva la tortura porque todavía no han logrado convencernos
de que es una práctica saludable. Aún gravitan ciertos valores
y principios que calificamos de humanos: es una gran base para la esperanza
en un mundo mejor. Que se vieran obligados a dar explicaciones y pedir
disculpas demuestra todavía la fortaleza de la salud mental de
la humanidad.
Pinochet
terminó pretextando demencia senil para salvar su pellejo de la
cárcel por las graves violaciones a los derechos humanos, incluída
naturalmente la tortura. Durante el período de la dictadura una
comisión ad hoc registró más de 40 mil denuncias
de ciudadanos torturados. Ahora, abierto un plazo determinado para denunciar
la prision ilegal y la tortura, se han recibido poco menos de 30 mil testimonios.
Esta práctica ejecutada en Chile bajo dictadura militar
es legítimamente comparable con la realizada contra los hombres
y mujeres prisionetros en los campos de detención iraquíes
dirigidos por norteamericanos y británicos. El orígen es
idéntico. En el caso de los torturadores chilenos y latinoamericanos
en general éstos fueron instruidos en la Escuela de las Américas,
administrada por militares yanquis.
El que se haya establecido que los soldados torturadores recibían
órdenes de la CIA demuestra el completo conocimiento que de esos
hechos tenía el gobierno de Bush. La CIA es el brazo oculto del
gobierno norteamericano. En innumerables ocasiones se la utiliza para
acciones ilegales. La tortura es la continuación de la política
de Bush y de Blair por medios crueles y degradantes en una guerra determinada
como inmoral, ilegal, injusta.
Bush ha
calificado los actos de tortura contra hombres, mujeres y aún niños
iraquíes, como actos horribles. No representan a Estados Unidos,
ha dicho. Lógico, representan al gobierno de los Estados Unidos.
Lo representan a él y a Blair. El tercer socio, Aznar, es hoja
otonal barrida por el pueblo español.
Creo que los actos de tortura no pueden representar el „ideal
moral“ de todos los habitantes del Estados Unidos. No todos son
miserables y/o manipulables. Como en cada país han gente que sinceramente
actúa para defender y promover los valores humanos.
El nuevo documental de Michael Moore, „Farenheit 9/11“,
que expone los vínculos financieros y de todo tipo entre las familias
del presidente Bush y la de Bin Laden, es un ejemplo vitalizador.
Trae a la memoria presente antecedentes prebélicos.
Porque ha esta altura la mala memoria quizás puede ya haber excluido
que detrás de la tortura a los prisioneros iraquíes está
el argumento de que en ese país existían armas de destrucción
masiva.
Esas armas no existieron, por tanto no fueron ni serán
serán encontradas. Tampoco han podido inventarlas.
Y en esos horribles actos de tortura está también el mensaje
norteamericano de la democracia, segundo argumento para iniciar la guerra.
La democracia con sangre, entra, parecen creer los torturadores norteamericanos
que acabaron con el régimen de Sadam Hussein porque torturaba.
Trágico plop.
Los hechos que han estremecido a los seres humanos, los que
aún existen, ponen en entredicho la cacareada civilización
cristiano occidental. Un alto dirigente político ha dicho que ellos
no pueden ni deben parecerse a esos bárbaros que exhibieron en
Internet la decapitación de un norteamericano.
Bárbaros! Todavía en pleno siglo XXI hay dirigentes
políticos que diferencian a los seres humanos entre bárbaros
y civilizados. Hasta el letrado más idiota sabe que toda la barbarie
de los siglos precedentes ha sido ejecutada a nombre de la „civilización“
que actúa en contra de los „bárbaros“. Joder,
diría un español, tal vez.
El gobierno
norteamericano pretende aparecer inocente. Ya no son halcones sino blancas
palomas. Mensajeros de la paz y de la democracia, nadie sabía nada
de las torturas.
Y los rostros sonrientes de los torturadores, contrastados
con la humillacion y el dolor que provocan en los prisioneros, inducen
a pensar en la perversión o la locura. Pero no es así.
Un torturador irrumpe en un marco rígido y en un contexto
político creado ex-profeso.
El marco rígido generalmente es el ejército
u otra institución castrense o paramilitar donde el soldado no
delibera sino acata las órdenes. Son organizaciones jerarquizadas
y no deliberantes. Estas aplican el llamado principio de la „obediencia
debida“ que utilizaron todos los torturadores y regimenes militares
para justificar sus actos.
En segundo lugar el contexto es el mensaje político:
en el caso de Irak ya oímos o leímos el mensaje sistemático
del gobierno de Bush refiriéndose a Estados terroristas, a grupos
terroristas, a dictaduras, a representantes del mal, etc.
Gente tan miserablemente descrita no merece, por cierto, vivir;
merece ser torturada y morir, según esos criterios. Para mayor
precisión basta con leer cualquier discurso de Bush o de su ministro
de defensa o de relaciones exteriores. El mensaje mesiánico, autorepresentante
del bien, y que legitima al torturador, que castiga el mal, está
en esos discursos:
„En este conflicto, Estados Unidos enfrenta un enemigo
que desprecia las convenciones de la guerra o las normas de moralidad“
(Bush, 20.3.03)
„En un Irak libre no habrá más guerras
de agresión contra vuestros vecinos, no más fábricas
de venenos, no más ejecuciones de disidentes, no más cámaras
de torturas y salas de violación“ (Bush, 17.3.03)
„Los ciudadanos iraquíes están conociendo
qué clase de personas hemos enviado a liberarles“ (Bush,
4.5.03)
Efectivamente el mundo árabe y el mundo en general
están conociendo a través de miles de fotos del horror qué
personas representan el brazo armado de Bush y Blair. Liberadores!
En esencia
lo que ha sucedido en Irak es la misma farsa que hemos vivido los chilenos
y otros pueblos con los militares en el poder. Pinochet durante décadas
habló de los upelientos, de los mugrientos, de los traidores a
Chile, todo lo cual creaba las condiciones para que el militar torturase,
matase, o hiciese desaparecer a las personas.
Sin embargo, aquellos que no acataron esas órdenes
ahora han sido honrados. En cambio en los tribunales desfilan los torturadores
de uniforme, aunque, por desgracia, no todos.
La guerra
contra el pueblo iraquí ha sido desatada por la insensatez y el
afán de apoderarse de sus riquezas. Todo lo demás que ha
dicho el gobierno norteamericano se ha derrumbado. No hay armas de destrucción
masiva, no hay paz ni seguridad, no hay libertad ni democracia. Todo lo
contrario.
La confusión se apodera de los halcones. El administrador
de Irak, el norteamericano, Paul Bremer declara que „no vamos a
permanecer en un país en el que no somos bienvenidos“. Powell
dice que „no tengo dudas de que el gobierno interino nos dará
la bienvenida“ Y Bush remata que seguirán ayudando „hasta
que los iraquíes puedan garantizar por si mismos la seguridad en
su país“.
El único efecto positivo de la guerra, si alguno así
pudiera calificarse, es que está logrando que los países
árabes se unan frente al invasor. El mundo árabe reacciona
con indignación. Los norteamericanos no podrán jamás
ganar esa guerra. La única salida que les queda es irse, es el
retiro de las fuerzas invasoras que sólo daño han producido
a ese país y al mundo mediante la violación a la legalidad
internacional.
Sólo nos falta saber si Bush no termina autodeclarándose
demente senil, como el alumno de la Escuela de las Américas, Augusto
Pinochet.
Miguel
Gómez S.
Mayo, 2004
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