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Conversando
con un chileno de inclinación barroca me decía él
sobre los árabes como si me confidenciara un secreto: „si
éstos todavía comen con la mano“.
Este compatriota me estaba diciendo, en el fondo, que es „mejor“
o más „civilizado“ comer con plato, cuchara, tenedor
y cuchillo. Y que los árabes eran tan „atrasados“ o
„bárbaros“ que todavía comían con la
mano.
Trato de ser especialista en estereotipos, me interesan. Los chinos, por
ejemplo, ¿son „peores“ o menos „civilizados“
porque comen con palitos? Una ridiculez. Pero esta absurdidad forma parte
de un esquema mundial del lenguaje que nos imponen los „civilizadores“.
Siempre a sangre y fuego.
Los aborígenes chilenos fueron estigmatizados por los españoles
como bárbaros para mejor matarlos y después por los chilenos
y colonos extranjeros como borrachos, flojos y ladrones para justificar
el genocidio y naturalmente usurparles sus tierras. Es conocida la cínica
formulación de ese „héroe“ militar chileno,
Cornelio Saavedra, de que la „pacificación“, el genocidio
mapuche, le costó al ejército más mosto que pólvora.
Los judíos también tuvieron su correspondiente estereotipo
para ser enviados a la cámara de gas por los nazis. Ahora el gobierno
de turno castiga a los palestinos con recetas parecidas. Y pueden decir
lo que quieran pero la base de ese conflicto es la injusta negativa a
que el pueblo palestino forme su propio Estado, así como en su
tiempo lo hizo Israel. Todo lo demás es consecuencia de la falta
de ese derecho. El terrorismo de Estado israelí se diferencia del
terrorismo de los grupos palestinos sólo entre el tamaño
de un león y un gato montés, lo dijo alguien. Son las grotescas
y espantosas muecas de la historia. Me recuerdan una máscara de
Guayasamín.
Vuelvo
al chileno que me dijo que los árabes todavía comen con
la mano. Para romper ese estereotipo recordé a „El Califa“,
un companero de estudios del liceo. Creo que estuvimos en el mismo curso
desde el cuarto hasta el sexto. „El Califa“ tenía chispa,
buen humor y plata porque era uno de los pocos que, a veces, llegaba al
liceo en auto. Era de familia de comerciantes, como muchos „turcos“
como decíamos en el sur y en Chile a los emigrantes de los países
árabes. Es que hay muchos árabes que tienen especial talento
para el comercio. Si no vea usted el principal mercado de Viena, el Naschmarkt.
En todo caso esa formulación, la de „turcos“ no está
exenta de fundamentos pues los inmigrantes palestinos, sirios, libaneses
y árabes en general que llegaron a nuestro país a comienzos
del siglo XX lo hicieron con pasaportes o permisos de viaje optorgados
por el antiguo imperio turco.
Con „El Califa“ fuimos rivales en la elección del presidente
del gobierno estudiantil. „El Califa“ era ya tan chileno que
regalaba dulces a los cabritos del primer año de humanidades. Mis
consejeros me informaron y denunciamos este co-hecho. „El Califa“
ganó la elección y yo le recuerdo con mucho afecto.
Es una gracia constatar que esa migración de árabes no tuvo
problemas no sólo para asimilarse sino para destacarse en el ámbito
nacional. Practicamente en todas las esferas hay chilenos de ese orígen.
Digo
esto porque existe una cultura que denigra a los árabes. Los estereotipos
identifican al islam con el terrorismo, a los árabes con la violencia
y a Oriente con la tiranía. Para mejor dominarlos y explotarlos
económicamente. Si usted ve la lista de las empresas norteamericanas
beneficiadas con la reconstrucción de Irak aparece todo con una
transparencia que llega a ser repulsiva. El dato es conocido, una de las
principales beneficiarias tuvo como uno de sus ejecutivos al vicepresidente
de EE.UU. Es que además la familia Bush, Rumsfeld, Rice, y otros
han ocupado cargos en las empresas petroleras norteamericanas.
Los estereotipos tienen como objetivos no sólo a los árabes
sino a todos los integrantes de países subdesarrollados. Por supuesto
que también a los chilenos. El poscolonialismo tiene sus apóstoles.
Y nos alcanza como país, es cosa de caminar por Bandera y tratar
de ver hasta donde llega ahora el Banco español Santander. La cabeza
tiene que formar un ángulo recto, hacia atrás.
El poscolonialismo está ahora presente de nuevo en Chile. Estados
Unidos se sintió decepcionado porque el gobierno de Lagos no apoyó
su resolución de ir a la guerra contra Irak. Dicen en USA y dicen
en Chile que el voto de Chile no está relacionado con el Tratado
de Libre Comercio que debería firmarse entre ambos países.
Se dice por diplomacia, porque ambas materias están condicionadas.
El gobierno norteamericano pide de nuevo el voto de Chile, ahora „para
la reconstrucción de Irak“, o sea fijar el dominio norteamericano
en ese país. Al parecer el famoso Tratado de Libre Comercio nos
conducirá a ser una mera dependencia de Estados Unidos. Qué
diría Allende, eh. Quizás llamaría a no beber más
Coca Cola.
La guerra contra Irak tiene ese fondo poscolonial. Sin ninguna duda, habrá
una administración de ese tipo. Pero si usted la tuviera, la duda,
estimado lector, le recomiendo leer „Orientalismo“, libro
del cual es autor Edward Said.
Me enteré de la existencia del libro de Said, hace ya algún
tiempo, mucho antes por supuesto de que llegara a Chile, el libro, por
un comentario que escribió Juan Goytisolo, escritor español
que ha optado por irse a vivir a Marruecos. Goytisolo es un „ensuciador
del nido“ español, como lo son, por ejemplo, Günter
Grass en Alemania o Peter Handke en Austria.
Pero tan buen comentario hizo Goytisolo sobre el libro de Said que me
impulsó a buscarlo. Una amiga vivía en esos meses en Barcelona.
Se lo encargué. Lo buscó por todas las librerías
a su alcance, lo inscribió como buscado en algunas de ellas, pero
no tuvo éxito. Más tarde alguien viajó por España,
y lo pesquizó hasta que dió con su paradero en algún
pueblo de Andalucía. Lo mismo me sucedió con un libro de
María Zambrano, que no es palestina sino española. Pero
igual de dificil de encontrar. Parece que algo hubiera contra esos autores
de parte de libreros vencedores españoles.
Gran parte del orientalismo occidental, si no todo, es una ideología
marcadamente denigratoria del mundo árabe. En esencia, es decir
con todas las diferencias imaginables, el comportamiento norteamericano
o europeo conservador se distingue porque supuestamente ellos representan
la buena nueva, la civilización, el desarrollo, al mesías
pos, etc, y los otros, atención con esto „los otros“,
es decir usted y yo, la barbarie, la incultura, el subdesarrollo.
La posmoderna democracia quiere entrar en esos países a bombazos,
misilazos y tanquetazos. Cada día operan en Irak de democracia,
en Bagdad 12 mil soldados norteamericanos son los cirujanos. Operan a
bala, por eso mueren tantos manifestantes que levantan la bandera de su
país. ¿Puede exportarse la democracia? Ya hubo un ilustrado
debate sobre importación y exportación de revoluciones.
En todo caso se cree, al parecer, que la democracia permitirá que
los árabes tengan cucharas, tenedores y cuchillos para comer. Quien
sabe si Bush no está pensando en ir más lejos y tratar de
reemplazar los palitos chinos. Inquietante, ¿verdad?
Ahora
los diarios que tienen el signo cnn como brazalete hacen una campaña
muy importante denunciando las maldades del régimen de Sadam Husein.
Obvio que era una dictadura, como la que tuvimos durante 17 años
en nuestro país, que asesinó a opositores y masacró
a kurdos. Pero lo hizo, cuando tenía el apoyo de Estados Unidos,
de Gran Bretaña y de Asnar, entre otros. El escritor mexicano,
Carlos Fuentes, recordó recientemente que la tiranía iraquí
fue armada por EE.UU. El propio Donald Rumsfeld se presentó en
Bagdad en 1981 para entregar las armas de destrucción masiva a
Sadam. Asnar fue el primer jefe de gobierno que se visitó al dictador
en 1997 para reiterarle la amistad de España. Eso es hipocrecía,
no lo digo yo, lo dice el escritor Fuentes.
Como en nuestro chilito. Recordemos que el ministro norteamericano de
relaciones exteriores, Colin Powel, ha dicho que no se sentían
especialmente orgullosos de lo que hicieron en Chile, refiriéndose
a la participación norteamericana en el golpe y apoyo a la dictadura
militar.
A propósito de Powel, los halcones poscoloniales lo encuentran
débil. Newt Grimgrich, político norteamericano cercano a
Rumsfeld, tiene la ventaja de emplear un lenguaje militarizado, o sea
directo y brutal, carente de inflexiones. No lo cito textual porque tengo
ante mi un diario en alemán que tiene como título: USA.
Política exterior militarizada. Grimgrich ataca al Departamento
de Estado, su política exterior, pues dice que, a propósito
de Irak, hubo seis meses de una diplomacia fracasada y un mes de una política
militar exitosa. Luego dice, es textual: „América no puede
dirigir el mundo con un instrumento diplomático fracasado“.
Personalmente se me revuelven sentimientos cuando escucho en Europa hablar
de América. Cada vez que alguien lo emplea para referirse a USA
corrijo a mi interlocutor: „Norteamérica“. Con eso
de America nosotros todos, los latinoamericanos, pasamos a pérdida,
desaparecemos. Y para cortar la lata de Grimgrich, otro integrante de
la corte de iluminados que quieren dirigir el mundo, éste anunció
las próximas guerras: los enemigos son Iran, Siria y Corea del
Norte (en este último están los palitos). Se dio como plazo
5 años. ¿Quién más ha querido dirigir el mundo?
Varios, el más mentado, Hitler.
Este
asunto de las armas de exterminio masivo aparece en estos días
como un cuento norteamericano. Fue la base para la guerra. Pero la guerra
ahora ya empieza a ocupar los titulares secundarios. Se baja el perfil
y a estas alturas ya es irrelevante si las encuentran o no; lo ha dicho
el propio Bush. Ahora resulta que más peligroso que Irak es, en
realidad, Irán.
En las primeras estadísticas se ha dicho que se registraron unas
600 pérdidas de soldados norteamericanos, entre muertos y desaparecidos.
Y que mataron entre 15 a 30 mil iraquíes, aunque todas las muertes
son „inoficiales“. En todo caso se puede tener una idea, tal
vez lejana de las pérdidas de vidas. Todo muy lamentable, sin pensar
todavía en los civiles, especialmente mujeres y niños, y
en los efectos sobre los que sobrevivieron los bombardeos.
La guerra de hecho duró desde el 20 de marzo hasta el 10 de abril,
es decir las acciones militares... Pongámosles 21 días.
Tres semanas. Saquemos otra cuenta. Y multipliquemos 21 por 30 mil. Tendremos
una cifra redonda de 610 mil muertos. ¿Cómo es eso? ¿
A qué me refiero? ¿Por qué muertos?
Muy simple: en ese mismo lapso murieron 610.000 personas de hambre. En
tres semanas. El hambre. Esa sí es una arma de exterminio masivo.
Diariamente mueren 30 mil personas de hambre.
¿Cuando EEUU y Europa se preocuparan de llevar la civilización
a los que se mueren de hambre? Es decir pan y medicinas. ¿Por qué
en lugar de crear las bombas y los misiles inteligentes no crean vacunas
inteligentes para salvar a la gente de la pulmonía atípica?
Es como pedirles peras al olmo. No lo harán, estimador lector,
porque ni siquiera son capaces de dar el cero 7 por ciento del producto
hacia los países empobrecidos por el colonialismo. Cada año
lo rebajan.
Hago notar que estamos en la introducción del tema de En qué
creer.
Ultima semana de abril, 2003.
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