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4-05-2003

Polémica / 1

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Mi amigo, "El Califa"

polémica / 2

Grito


   
Conversando con un chileno de inclinación barroca me decía él sobre los árabes como si me confidenciara un secreto: „si éstos todavía comen con la mano“.
Este compatriota me estaba diciendo, en el fondo, que es „mejor“ o más „civilizado“ comer con plato, cuchara, tenedor y cuchillo. Y que los árabes eran tan „atrasados“ o „bárbaros“ que todavía comían con la mano.
Trato de ser especialista en estereotipos, me interesan. Los chinos, por ejemplo, ¿son „peores“ o menos „civilizados“ porque comen con palitos? Una ridiculez. Pero esta absurdidad forma parte de un esquema mundial del lenguaje que nos imponen los „civilizadores“. Siempre a sangre y fuego.
Los aborígenes chilenos fueron estigmatizados por los españoles como bárbaros para mejor matarlos y después por los chilenos y colonos extranjeros como borrachos, flojos y ladrones para justificar el genocidio y naturalmente usurparles sus tierras. Es conocida la cínica formulación de ese „héroe“ militar chileno, Cornelio Saavedra, de que la „pacificación“, el genocidio mapuche, le costó al ejército más mosto que pólvora.
Los judíos también tuvieron su correspondiente estereotipo para ser enviados a la cámara de gas por los nazis. Ahora el gobierno de turno castiga a los palestinos con recetas parecidas. Y pueden decir lo que quieran pero la base de ese conflicto es la injusta negativa a que el pueblo palestino forme su propio Estado, así como en su tiempo lo hizo Israel. Todo lo demás es consecuencia de la falta de ese derecho. El terrorismo de Estado israelí se diferencia del terrorismo de los grupos palestinos sólo entre el tamaño de un león y un gato montés, lo dijo alguien. Son las grotescas y espantosas muecas de la historia. Me recuerdan una máscara de Guayasamín.

Vuelvo al chileno que me dijo que los árabes todavía comen con la mano. Para romper ese estereotipo recordé a „El Califa“, un companero de estudios del liceo. Creo que estuvimos en el mismo curso desde el cuarto hasta el sexto. „El Califa“ tenía chispa, buen humor y plata porque era uno de los pocos que, a veces, llegaba al liceo en auto. Era de familia de comerciantes, como muchos „turcos“ como decíamos en el sur y en Chile a los emigrantes de los países árabes. Es que hay muchos árabes que tienen especial talento para el comercio. Si no vea usted el principal mercado de Viena, el Naschmarkt. En todo caso esa formulación, la de „turcos“ no está exenta de fundamentos pues los inmigrantes palestinos, sirios, libaneses y árabes en general que llegaron a nuestro país a comienzos del siglo XX lo hicieron con pasaportes o permisos de viaje optorgados por el antiguo imperio turco.
Con „El Califa“ fuimos rivales en la elección del presidente del gobierno estudiantil. „El Califa“ era ya tan chileno que regalaba dulces a los cabritos del primer año de humanidades. Mis consejeros me informaron y denunciamos este co-hecho. „El Califa“ ganó la elección y yo le recuerdo con mucho afecto.
Es una gracia constatar que esa migración de árabes no tuvo problemas no sólo para asimilarse sino para destacarse en el ámbito nacional. Practicamente en todas las esferas hay chilenos de ese orígen.

Digo esto porque existe una cultura que denigra a los árabes. Los estereotipos identifican al islam con el terrorismo, a los árabes con la violencia y a Oriente con la tiranía. Para mejor dominarlos y explotarlos económicamente. Si usted ve la lista de las empresas norteamericanas beneficiadas con la reconstrucción de Irak aparece todo con una transparencia que llega a ser repulsiva. El dato es conocido, una de las principales beneficiarias tuvo como uno de sus ejecutivos al vicepresidente de EE.UU. Es que además la familia Bush, Rumsfeld, Rice, y otros han ocupado cargos en las empresas petroleras norteamericanas.
Los estereotipos tienen como objetivos no sólo a los árabes sino a todos los integrantes de países subdesarrollados. Por supuesto que también a los chilenos. El poscolonialismo tiene sus apóstoles. Y nos alcanza como país, es cosa de caminar por Bandera y tratar de ver hasta donde llega ahora el Banco español Santander. La cabeza tiene que formar un ángulo recto, hacia atrás.
El poscolonialismo está ahora presente de nuevo en Chile. Estados Unidos se sintió decepcionado porque el gobierno de Lagos no apoyó su resolución de ir a la guerra contra Irak. Dicen en USA y dicen en Chile que el voto de Chile no está relacionado con el Tratado de Libre Comercio que debería firmarse entre ambos países. Se dice por diplomacia, porque ambas materias están condicionadas. El gobierno norteamericano pide de nuevo el voto de Chile, ahora „para la reconstrucción de Irak“, o sea fijar el dominio norteamericano en ese país. Al parecer el famoso Tratado de Libre Comercio nos conducirá a ser una mera dependencia de Estados Unidos. Qué diría Allende, eh. Quizás llamaría a no beber más Coca Cola.
La guerra contra Irak tiene ese fondo poscolonial. Sin ninguna duda, habrá una administración de ese tipo. Pero si usted la tuviera, la duda, estimado lector, le recomiendo leer „Orientalismo“, libro del cual es autor Edward Said.
Me enteré de la existencia del libro de Said, hace ya algún tiempo, mucho antes por supuesto de que llegara a Chile, el libro, por un comentario que escribió Juan Goytisolo, escritor español que ha optado por irse a vivir a Marruecos. Goytisolo es un „ensuciador del nido“ español, como lo son, por ejemplo, Günter Grass en Alemania o Peter Handke en Austria.
Pero tan buen comentario hizo Goytisolo sobre el libro de Said que me impulsó a buscarlo. Una amiga vivía en esos meses en Barcelona. Se lo encargué. Lo buscó por todas las librerías a su alcance, lo inscribió como buscado en algunas de ellas, pero no tuvo éxito. Más tarde alguien viajó por España, y lo pesquizó hasta que dió con su paradero en algún pueblo de Andalucía. Lo mismo me sucedió con un libro de María Zambrano, que no es palestina sino española. Pero igual de dificil de encontrar. Parece que algo hubiera contra esos autores de parte de libreros vencedores españoles.
Gran parte del orientalismo occidental, si no todo, es una ideología marcadamente denigratoria del mundo árabe. En esencia, es decir con todas las diferencias imaginables, el comportamiento norteamericano o europeo conservador se distingue porque supuestamente ellos representan la buena nueva, la civilización, el desarrollo, al mesías pos, etc, y los otros, atención con esto „los otros“, es decir usted y yo, la barbarie, la incultura, el subdesarrollo.
La posmoderna democracia quiere entrar en esos países a bombazos, misilazos y tanquetazos. Cada día operan en Irak de democracia, en Bagdad 12 mil soldados norteamericanos son los cirujanos. Operan a bala, por eso mueren tantos manifestantes que levantan la bandera de su país. ¿Puede exportarse la democracia? Ya hubo un ilustrado debate sobre importación y exportación de revoluciones. En todo caso se cree, al parecer, que la democracia permitirá que los árabes tengan cucharas, tenedores y cuchillos para comer. Quien sabe si Bush no está pensando en ir más lejos y tratar de reemplazar los palitos chinos. Inquietante, ¿verdad?

Ahora los diarios que tienen el signo cnn como brazalete hacen una campaña muy importante denunciando las maldades del régimen de Sadam Husein. Obvio que era una dictadura, como la que tuvimos durante 17 años en nuestro país, que asesinó a opositores y masacró a kurdos. Pero lo hizo, cuando tenía el apoyo de Estados Unidos, de Gran Bretaña y de Asnar, entre otros. El escritor mexicano, Carlos Fuentes, recordó recientemente que la tiranía iraquí fue armada por EE.UU. El propio Donald Rumsfeld se presentó en Bagdad en 1981 para entregar las armas de destrucción masiva a Sadam. Asnar fue el primer jefe de gobierno que se visitó al dictador en 1997 para reiterarle la amistad de España. Eso es hipocrecía, no lo digo yo, lo dice el escritor Fuentes.
Como en nuestro chilito. Recordemos que el ministro norteamericano de relaciones exteriores, Colin Powel, ha dicho que no se sentían especialmente orgullosos de lo que hicieron en Chile, refiriéndose a la participación norteamericana en el golpe y apoyo a la dictadura militar.
A propósito de Powel, los halcones poscoloniales lo encuentran débil. Newt Grimgrich, político norteamericano cercano a Rumsfeld, tiene la ventaja de emplear un lenguaje militarizado, o sea directo y brutal, carente de inflexiones. No lo cito textual porque tengo ante mi un diario en alemán que tiene como título: USA. Política exterior militarizada. Grimgrich ataca al Departamento de Estado, su política exterior, pues dice que, a propósito de Irak, hubo seis meses de una diplomacia fracasada y un mes de una política militar exitosa. Luego dice, es textual: „América no puede dirigir el mundo con un instrumento diplomático fracasado“.
Personalmente se me revuelven sentimientos cuando escucho en Europa hablar de América. Cada vez que alguien lo emplea para referirse a USA corrijo a mi interlocutor: „Norteamérica“. Con eso de America nosotros todos, los latinoamericanos, pasamos a pérdida, desaparecemos. Y para cortar la lata de Grimgrich, otro integrante de la corte de iluminados que quieren dirigir el mundo, éste anunció las próximas guerras: los enemigos son Iran, Siria y Corea del Norte (en este último están los palitos). Se dio como plazo 5 años. ¿Quién más ha querido dirigir el mundo? Varios, el más mentado, Hitler.

Este asunto de las armas de exterminio masivo aparece en estos días como un cuento norteamericano. Fue la base para la guerra. Pero la guerra ahora ya empieza a ocupar los titulares secundarios. Se baja el perfil y a estas alturas ya es irrelevante si las encuentran o no; lo ha dicho el propio Bush. Ahora resulta que más peligroso que Irak es, en realidad, Irán.
En las primeras estadísticas se ha dicho que se registraron unas 600 pérdidas de soldados norteamericanos, entre muertos y desaparecidos. Y que mataron entre 15 a 30 mil iraquíes, aunque todas las muertes son „inoficiales“. En todo caso se puede tener una idea, tal vez lejana de las pérdidas de vidas. Todo muy lamentable, sin pensar todavía en los civiles, especialmente mujeres y niños, y en los efectos sobre los que sobrevivieron los bombardeos.
La guerra de hecho duró desde el 20 de marzo hasta el 10 de abril, es decir las acciones militares... Pongámosles 21 días.
Tres semanas. Saquemos otra cuenta. Y multipliquemos 21 por 30 mil. Tendremos una cifra redonda de 610 mil muertos. ¿Cómo es eso? ¿ A qué me refiero? ¿Por qué muertos?
Muy simple: en ese mismo lapso murieron 610.000 personas de hambre. En tres semanas. El hambre. Esa sí es una arma de exterminio masivo. Diariamente mueren 30 mil personas de hambre.
¿Cuando EEUU y Europa se preocuparan de llevar la civilización a los que se mueren de hambre? Es decir pan y medicinas. ¿Por qué en lugar de crear las bombas y los misiles inteligentes no crean vacunas inteligentes para salvar a la gente de la pulmonía atípica?
Es como pedirles peras al olmo. No lo harán, estimador lector, porque ni siquiera son capaces de dar el cero 7 por ciento del producto hacia los países empobrecidos por el colonialismo. Cada año lo rebajan.
Hago notar que estamos en la introducción del tema de En qué creer.


Ultima semana de abril, 2003.