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Diplomacia a tiros

Martínez Bush: matar es „absolutamente civilizado“

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   El senador designado, Jorge Martínez Bush, ex jefe de la armada, ha sostenido que el hecho de que un ciudadano peruano indocumentado, que quiso cruzar la frontera en forma ilegal, fuera abatido a tiros por los marinos de guardia era un procedimiento „absolutamente civilizado“.
 A mí no me extraña esta declaración porque los componentes militares son los responsables de muertes, desapariciones y torturas de miles de compatriotas durante la dictadura de Pinochet. Representan el desprecio a la vida de quienes piensan diferente, de mapuches, y obviamente de peruanos y bolivianos que integran la américa indígena. El senor Bush debe sentirse europeo, naturalmente, pues Chile es „diferente“.
 El senador „institucional“, Jorge Martínez Bush dijo exactamente lo siguiente ante la muerte a tiros con una ametralladora M 16 de la persona indocumentada que quiso cruzar la frontera peruano-chilena sin acatar la orden de detenerse:
 „Estamos ante un procedimiento absolutamente regular, absolutamente civilizado y dentro de las normas de manera que no debe extrañar a nadie y quienes busquen otra cosa están buscando cinco patas al gato donde no la hay“. Textual.
 Ojalá todos siempre nos extrañemos cuando se mata a una persona. Porque creo que sujetos como Bush no son la norma. El justifica la muerte (o asesinato) sin esperar la investigación de rigor, sin siquiera considerar que existen otros medios para reducir a una persona. No, Bush lo condena a muerte, no hay presunción de inocencia.
 El problema con muchos altos mandos militares, especialmente lo que están en retiro y fueron companeros de ruta de Pinochet, es que representan una ideología trasnochada, a contrapelo con la corriente actual de respeto a los derechos humanos, en primer lugar el derecho a la vida de toda persona.
 Por eso algunos altos mandos pasan directamente al partido de la derecha fundamentalista, UDI, cuando se jubilan o los jubilan. Es gente que, aparte de asignarle nulo valor a los derechos humanos, está premunida de un ideario militarista y, ante todo, profundamente racista.
 El militarismo racista devora cada segundo prejuicios contra los mapuches y la gente pobre, y naturalmente contra los peruanos y bolivianos, países de poblaciones indígenas mayoritarias. Los argentinos son sumados por esta gente en esta trilogía de „enemigos“ que rodearían a Chile.
 Además de los mencionados prejuicios racistas el militarismo se alimenta diariamente de batallas, guerras y héroes o antihéroes. Cómo si todas las guerras o directamente los genocidios (1868-81 y 1973) pudieran crear identidad cultural nacional.
 Personas como Bush representan en Chile el mayor peligro para la vida y los derechos humanos como quedó demostrado bajo la tiranía militar. Algunos de esos uniformados, ejecutores directos, están procesados o encarcelados. Lamentamente no todos porque la única forma de asegurar un futuro sin torturadores y asesinos es procesarlos y condenarlos a todos, sin excepción.

  Si Lautaro viviera estaría preso

  A propósito del racismo militar: cuando el comandante en jefe del ejército, Emilio Cheyre, dijo que tenía a Lautaro en su oficina de trabajo pensé que esa expresión bien retrataba lo que ha sido y es la política hacia los mapuches: una política simbólica a escritorio cuando las condiciones son relativamente democráticas, y de represión o aniquilamiento cuando la „chilenidad“ lo compele.
 Esta política no es sólo del ejército, tradicionalmente ha sido de la derecha ideológica, aunque ésta, la ideología, a veces se expande al centro y hacia „figuras“ que llevan vestiduras con colores a „progresismo“ pintadas, aparte de sus lógicos destinatarios y elaboradores, los propios militares.
 El argumento que exhibe el estado ante la opinión pública es la igualdad ante la ley. La condición de mapuche, se dice, no exime a esa persona de ser detenido y procesado si vulnera la ley. Suena bien, somos todos iguales ante la ley. El problema radica en que del dicho al hecho falta la concordancia. Esta desigualdad de hecho demuestra la corrupción o corrompe a las instituciones del estado y corrompen la vida entera de la sociedad.
 Pienso, por ejemplo, que si Lautaro viviera estaría preso junto a los loncos actualmente encarcelados o habría sido asesinado por disparos de algun oficial de Carabineros como sucedió con el joven mapuche, Alex Lemún.
 En el caso que comento la visión de esta corrupción es clarísima: a los primeros, los mapuches, dura lex, sed lex, pues muchos están procesados o en prisión; en el segundo caso no se aplica la ley, aunque de por medio hay un muerto, no hay un responsable de ese crimen aunque todos conocen al autor, el mayor de carabineros, Marco Aurelio Treuer. (es más que probable que igual suceda con el marino que mató en la frontera).
 Antes escribí Lautaro así como podría mencionar a Caupolicán, Pelantaru, Lientur, Mañil o Kilapán, pues todos estos jefes lucharon denodados contra la invasión, usurpación y discriminación racial del mapuche. Así como actualmente luchan los mapuches y otras etnias que habitan el territorio hoy chileno.
 Los mapuches están asediados: por la ausencia de reconocimiento de sus derechos históricos y actuales, porque las reducidas tierras que habitan las autoridades municipales y de gobierno o privados las han convertido en basureros, porque ahora el gobierno se entromete en los despojos territoriales que les dejaron construyendo represas hispanas o carreteras costeras.
 Estas obras están disfrazadas de „progreso“ aunque la destrucción del medio ambiente es colosal.
 Nadie pudiera decir que el gobierno nada ha hecho, sería ceguera, pues ha mostrado disposición y, en algunos casos, realización. Pero esos adelantos prueban como factor motivador la existencia de voluntad de lucha en los mapuches y la solidaridad de muchos chilenos y extranjeros. Esa voluntad mapuche se refuerza con la toma de conciencia intelectual de este pueblo que potencia su práctica. De manera que el gobierno de Lagos tiene varios desafíos: la cuestión boliviana, los derechos humanos y la demanda del pueblo mapuche.

  Hispanismo nostálgico a colonia

  La visita del rey de España durante la tercera semana de enero ha servido para renovar en Chile nostalgias colonialistas, y destacar el „sacrificio“ español de invertir en Chile que ya logró estar detrasito de Estados Unidos. Tan bueno el gobierno de Aznar preocupado en su país de crear una policia especializada para expulsar a colombianos, ecuatorianos (¡madre patria!) y otros irregulares, como ahora oficialmente bautizados fueron; irregulares, indocumentados que atraviesan la frontera.
 Menos mal que el gobierno español no hace suya la teoría del senador designado Martínez Bush sino las muertes „absolutamente civilizadas“ se contarían por cientos. Cada semana..
 Caen todas las dudas sobre esta conexión negocios con política, aún en los más ingenuos, cuando se advierte cómo es el comportamiento politico chileno en relación a esa visita, la de los reyes, ni más ni menos, y los efusivos saludos de Bush al presidente Lagos en la cumbre de Monterrey después que este último, el presidente chileno, diera una contundente respuesta a Bolivia.
 Casi excedida en arrogancia, soberbia y contundencia dijeron algunos críticos palaciegos. Cortos de imaginación quedamos muchos, cómo podríamos pensar que un socialista de antaño pudiera derivar a ser el preferido de Bush, presidente criticado hasta por el magnate Soros.
 No hay salud histórica que resista, pues ser arrogante con Bolivia mal huele a racismo militarista identitario de cuño antiguo, a patrón de fundo hablando a sus inquilinos, nostálgico a colonialismo espúreo o a hispanismo de factura franquista. Puede alguno suponer que es una formulacion excedida; tendría razón, quizás.

  La tristeza de la ministra

  Cuando veo a la ministra de relaciones exteriores, dona Soledad Alvear, pienso que seguramente debió ser una alumna muy aplicada. Esa aplicación, de adulta, al hacer las tareas norteamericanas ha sido en profusión destacada. El Tratado de Libre Comercio le fue atribuído, aunque otros también reclamaron esa gloria del Norte.
 Dijo ella haber quedado triste por Bolivia, al término de Monterrey. Su tristeza derivaba de que había hablado el presidente boliviano sobre la necesidad de cualidad marítima para su país. No debió haber hablado, debió permanecer callado. Sin embargo, el presidente de Bolivia habló dos veces en la cumbre y recibió esa respuesta contundente de Lagos que recibió a su regreso felicitaciones centristas y derechistas. Incluso de los que antaño fueron golpistas.
 Pero más allá de esa cierta tristeza de la ministra, algunos comentaristas y dirigentes políticos de la entidad de gobierno han atacado la diplomacia chilena que no supo prever lo que está sucediendo con Bolivia.
 Esos críticos dicen que en Monterrey Lagos obtuvo una victora cortoplacista. No acalló a Bolivia, y dicen, esos críticos, que en mayo viene la reunión del Grupo de Río, y en junio la cumbre de la OEA, y de nuevo estará penando Bolivia. Por añadidura Evo Morales ha anunciado la organización de una cumbre social internacional.
 El error de estos críticos es suponer que el problema boliviano es meramente diplomático, y que con una buena diplomacia se acallará la reclamación. Lo que no se entiende es que el problema de Bolivia sólo se soluciona con mar. Lo demás es ociosa lucubración.
 Y de lo que se trata es que a doña Soledad Alvear se le de la tarea de resolver este problema y seguro que lo lograría si pone la misma aplicación que tuvo hacia el tratado comercial con Norteamérica. Entre ella y la ministra de defensa, ambas prepostulantes a la presidencia, pueden resolver el problema. Y ganarían si no votos, un lugarcito en la historia.

Miguel Gomez S.


última semana de enero 2004

 

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