La
aparición del “Diccionario Panhispànico de Dudas”
me generó una gran duda, aunque su presentación en Madrid
fue impecable, pues fue anunciado como el resultado del trabajo realizado
durante cinco años por representantes de las 22 Academias de la
Lengua Española.
Una noticia interesante, pues soy entusiasta del español, y es
posible que este diccionario sea un buen instrumento de trabajo para algunos
o muchos. Aunque mi español lo tengo siempre bajo sospecha, pues
viene de una imposición colonial europea y yo, aparte de no ser
europeo, bien sé que cada palabra arrastra su propia historia,
y que ésta ha sido y es la regalona de la manipulación.
¿Cuáles fueron los hechos que motivaron
mis dudas sobre el diccionario? ¿No era suficiente el dato de que
habían participado en su elaboración todas las academias
de la lengua?
No fue ni es suficiente.
Lo que motivó mi primer estado de alerta fue la palabra Pan incrustada
en el título del Diccionario.
Incluso después de comprobar que la palabra panhispànico
incluye a todos los pueblos de habla española. Suena bien, pues
se trataría de una obra compuesta por todas las voces: mexicanas,
salvadoreñas, chilenas, paraguayas, españolas, etc. 22 países
en los cuales habitan alrededor de 400 millones de personas de habla hispana.
Hasta aquí vamos bien si, en rigor, todas las academias tuvieran
un peso relativo parecido.
Lo menciono porque al leer la noticia completa constaté lo siguiente:
1.-
El Diccionario Panhispànico de Dudas fue presentado en Madrid.
(Que no es la capital del español, sino de España).
2.- El primer acto fue entregarlo al rey de España.
(Al rey lo tengo también bajo sospecha porque en sus discursos
nunca pronuncia Latinoamérica o América Latina. Siempre
la nombra como Iberoamerica o Hispanoamèrica. Y esas diferencias
no son suspiros.)
3.- El trabajo de las 22 academias fue coordinado
por la Academia Española de la Lengua.
4.- El proyecto está patrocinado por la
Telefónica de España
5.- La impresión está a cargo de
editorial española Santillana que lanzó una primera edición
de 160.000 ejemplares a 30 o más euros.
Retomo
el hilo anterior: ¿Por qué lo de pan hispánico me
produce rechazo? Por mi inmediata representación del panhispanismo,
doctrina del predominio colonial y neocolonial de España sobre
América Latina. (Sin todavía siquiera mencionar el panhispanismo
dentro de España en su relación con las otras lenguas que
se hablan en su territorio.)
Advierto que el diccionario oficial de España, el de la Real Academia
Española (RAE) explica que es panhispànico, pero carece
de una aclaración sobre el panhispanismo.
En cambio sí selecciona el definir el pangermanismo como “la
doctrina que proclama y procura la unión y predominio de todos
los pueblos germánicos.”
Es obvio que la palabra más importante de esta definición
es predominio. Bien sabemos adonde condujo este afán doctrinario,
político y militar de predominio o dominio de los pueblos germánicos
hacia otras naciones. Auschwitz sigue penando en Occidente.
Y cito el diccionario de la RAE no para establecer lo correcto, sino al
contrario: para poner en evidencia lo incorrecto. Del diccionario.
Por ejemplo, cuando define el “panamericanismo” como la tendencia
(ojo: ya no es doctrina) a fomentar (muy positivo) las relaciones de todo
orden entre los países del hemisferio occidental, principalmente
entre los Estados Unidos de América y los países hispanoamericanos.
El panamericanismo es muy cercano a nosotros latinoamericanos. ¿Quién
no ha oído en América Latina sobre el dicho del presidente
norteamericano James Monroe, “América para los americanos”
que no sólo se tradujo en rechazo a lo europeo sino como “América
para los norteamericanos”. Si no que lo diga México o Puerto
Rico, o Nicaragua o... Larga lista de la política panamericana
intervencionista de los norteamericanos para asentar su predominio sobre
América Latina.
De manera que la interpretación de panamericanismo por parte del
diccionario de la RAE es tendenciosa, alejada de la realidad; es una elaboración
ideológica, de escritorio ubicado a la derecha.
TODOS
NOS QUIEREN BAUTIZAR
A
propósito de América Latina. Es conocido el dato de los
hispanistas o panhispanistas se ríen y a menudo se burlan de nuestra
condición de latinos. Tienen razón, en alguna medida. Ni
los afrolatinoamericanos ni los aborígenes pueden sentirse identificados
El panlatinismo (Chevalier) apareció asociado a la política
con Napoleón III bajo la idea imperial de oponerse a Estados Unidos
para apoderarse ellos, los franceses, de los territorios latinoamericanos.
El panlatinismo fue parte del fundamento doctrinario de la invasión
de México por Francia y la intrusión de Maximiliano como
Emperador el cual acabó fusilado mientras Charlotte miraba enloquecida
el horizonte desde el castillo Miramar ubicado en la ribera de Trieste.
El panlatinismo no fue ajeno a la designación del nombre de América
Latina. Y no podía ser de otra manera, pues nuestro nombre no podía
ser panhispànico: una guerra despiadada nos separaba del imperio
español. Nuestros héroes y nuestros pueblos habían
derramado su sangre en la lucha por la independencia. (Algunos autores
destacan el rol de Francisco Bilbao en nuestro bautizo).
A la debilitaba España, que perdió esa guerra, le salió
más gente al camino. Creció la voracidad norteamericana
ante repúblicas nacientes, aún inestables. Se tragó
gigantescos territorios de México. Dio el golpe definitivo a España,
cuando advirtió que José Martì y sus combatientes
ganarían la guerra en Cuba. En 1898 hundió su propio barco,
el Maine, y con este hecho, amplificado convenientemente, declaró
la guerra y los españoles, ya sacudidos por los independentistas
latinoamericanos, pagaron la derrota ante EE.UU. al contado: Cuba, Puerto
Rico y Filipinas, más algunas islas.
Aunque
la definición de panhispanismo no existe en el diccionario de la
RAE, muy pocos pueden tener dudas de que se refiere a aquella doctrina
o ideología que busca el predominio neocolonial de España
sobre los países de habla española. En la polémica
generada sobre el panhispanismo en las primeras décadas del siglo
pasado el nombre del intelectual cubano, Fernando Ortiz, es indispensable.
Pienso que así como los bombardeos españoles de Valparaíso
y el Callao tuvieron un componente panhispànico, los cañonazos
vienen ahora a través de las inversiones y de la ideología
cultural.
Los directivos de la RAE naturalmente conocen la carga negativa que arrastra
en su historial de vida el panhispanismo, pero lo promueven porque así
también golpean a las lenguas interiores que luchan por su sobre
vivencia, tales como el gallego, el catalán y el vasco.
Para un observador de España es indudable que se viene forjando
una suerte de fundamentalismo hispanista. Algunos personajes evidencian
un fanatismo inocultable. Sueñan con llevar el español a
alturas imperiales.
En este contexto se inscribe el Diccionario Panhispànico de Dudas
que, por encima de declaraciones líricas de amor a la diversidad,
intenta homogeneizar la lengua española.
Durante años se ha argumentado el español no está
en peligro. Se afirma que las diferencias no alteran su estructura. Incluso
se ha ponderado que las semejanzas alcanzan a un 80 por ciento. Las diferencias
serian más bien léxicas. Entonces, ¿por qué
tanta preocupación por estandarizarlo? Cada lingüista serio
sabe que la riqueza de una lengua reside en su diversidad.
Algunos lingüistas que militan en la RAE escriben desolados que si
hubiéramos tenido antes este diccionario panhispànico no
existiría esa increíble situación de que en España
se nombre ordenador al computador y en América computador al ordenador.
Qué problema, eh, tan gravísimo como que todavía
decimos en algunas partes celular y en otras móvil.
La RAE y supuestamente las 22 academias quieren terminar con esos nombres
diversos y establecer el más apropiado, o sea uno. Esta tendencia
hacia la homogeneidad impulsa la RAE con encomio. El español está
en manos peligrosas. Veamos por qué...
ACERCA
DE LA NUEVA ESPAÑA
Se
escribe que los principales enemigos o amenazas al español son
las lenguas interiores de España y las lenguas originarias de América.
¿Quién lo escribe?
El vicepresidente de la RAE, Gregorio Salvador, tiene una reacción
energúmena cuando la Unión Europea anuncia que reducirá
el número de traductores de español.
Dice que es un disparate. Arremete contra el propio gobierno español.
Afirma: “A eso hay que añadir que la Comisión Europea
se aprovecha de nuestras contiendas internas y nuestras rencillas, que
vamos pidiendo a Bruselas estupideces como las de que se traduzca al vasco,
al catalán o al gallego, en lugar de defender nuestra lengua común”.
Los “estùpidos” son obviamente los representantes de
los pueblos que hablan esas lenguas. Este es un discurso panhispanista,
neocolonial, elevado al cubo.
Algo que molestó profundamente a los panhispanistas es que la Comisión
Europea recordara que en España de los 44 millones sólo
30 millones hablan y escriben en español. Otro académico,
Valentín García Yedra, calificó esta declaración
de la Comisión Europea como “estupidez”.
¿Qué dirían los notables académicos de la
lengua de España se les dijéramos que el español
hace ya tiempo que no es lengua europea sino americana? De los 400 millones
de hispano hablantes sólo 30 millones son europeos?
¿Por qué surge en este momento el panhispanismo? La explicación
es sencilla. España sufrió el descalabro de su imperio colonial.
El punto final fue puesto en 1898. El desastre produjo una crisis traducida
en insatisfacción, pesimismo, confusión, intolerancia. Se
incrustan dictaduras que resoplan hispanidad. Guerra civil, Franco vence,
produce decadencia, y hace de España uno de los países más
atrasados de Europa. Esa España de Franco no puede inspirar nada
a las excolonias, salvo repulsión.
Con el retorno a la democracia España se reaviva y con los dineros
de la Unión Europea crece no sólo económicamente
sino en soberbia. De nuevo se escucha el discurso, ahora modernizado,
acerca del núcleo originario de la hispanidad, la famosa “madre
patria”. Hay tufo monárquico. En la radio exterior de España
se afirma con palabras de fuego que “América es nuestra pasión”.
En la red surgen páginas criticando nuestro nombre y avivando la
hispanidad.
Por desgracia esa pasión hacia América no se traduce en
un mínimo de afecto hacia los latinoamericanos que han buscado
acogida en España. Leer en diarios de Bolivia, de Ecuador o Perú
sobre las experiencias de esos inmigrantes en el “núcleo
originario” produce dolor, enojo, ira. En España no somos
latinoamericanos y ni siquiera ibero o hispanoamericanos, somos sudacas.
Esa es la realidad.
El denominado núcleo originario está vinculado naturalmente
al ultra clericalismo o catolicismo furioso, tradición asociada
a faenas de matadero de la derecha.
EL
AGRAVIO A EVO MORALES
Hasta
aquí había escrito sobre este tema cuando se produjo el
vejamen de un sector del poder español al presidente electo de
Bolivia, Evo Morales. Un formalista se espantaría si yo buscara
asociaciones entre el panhispanismo y lo sucedido con el presidente de
Bolivia.
Hay una relación directa. Del racismo lingüista se pasa al
racismo de cuerpo entero.
Para una persona que vive durante años en Europa resulta fácil
percibirlo.
En esencia en cada país se repite el mismo cuento; sólo
hay una infinita variedad de formas. Por eso no hay una sola España,
sino varias, pues está aquella que es republicana, democrática
y tolerante con la cual me identifico.
La humillación a Evo Morales provino de una radio de la Conferencia
Episcopal española, sector preclaro del núcleo originario.
Un presunto “humorista” usurpó el nombre y el cargo
del jefe de gobierno de España, José Luís Rodríguez
Zapatero. La conversación “humorística” fue
transmitida varias veces en la emisora de la jerarquía de la Iglesia
Católica. La radio es proclive a la derecha de España.
Esta humillación a un presidente con ancestros aborígenes
me produjo gran indignación.
Que el racismo provenga de un medio vinculado a la derecha y que pertenece
a la Iglesia lo explica todo. Son los vencedores de la guerra civil. Uno
de los poderes de España nutridos por la soberbia de la historia
oficial. Los panhispanistas de ayer y de hoy.
Un sector intolerante, relacionado con una derecha que utiliza un lenguaje
político soez si se trata de desprestigiar a sus adversarios. Como
chileno conozco ese lenguaje, fue el que creó la plataforma doctrinaria
para que Pinochet usurpara el poder y cometiera genocidio.
En este caso se trató de humillar al primer presidente “indio”
como dicen titulares europeos en su ignorancia repitiendo, todavía,
el error cometido por Colón hace más de 500 años.
Es obligación asociar también a este hecho el que una de
las dos empresas más importantes que explota el gas natural de
Bolivia es la española REPSOL. Estas empresas se lucran mientras
Bolivia sigue calificado como uno de los países más empobrecidos
de América Latina. Evo Morales quiere cambiar esta situación.
Nuestro continente siempre ha vivido asediado por potencias extranjeras.
Es tiempo de sacudirnos, así parecen pensar los latinoamericanos
si miramos su actual geografía política. Evo Morales representa
una gran esperanza. No habla español e inglés. Habla español
y aymara.
El Nuevo Año parece indicarnos que América Latina camina
hacia la descolonización. El lenguaje y la ideología deben
ser objetos preferentes. En esa línea manifiesto mi rechazo al
panhispanismo.
Miguel
Gòmez S.
Inicios enero, 2006
|