Sólo
después de lecturas dirigidas a disipar dudas, aunque las aumentaron,
decidí proponer abrir una sección en este sitio titulado
América Latina, bajo sospecha.
Lo de la sospecha procede de la desconfianza creciente en
las palabras y los conceptos al uso. Son, somos, muchos quienes creemos
que es necesario desentrañar la ideología colonial depositada
en nuestros cerebros sociales y que se expresa mediante el lenguaje.
Celebro la expresión del honorable juez Juan Guzmán
que incitó a la población a no leer El Mercurio. Una reacción
emocional comprensible de una persona que debe procesar a un sujeto, de
ese medio ideológico, por cooperación y complicidad en la
ejecutoria de la trama sobre la matanza de 119 chilenos ocurrida en 1975,
bajo la dictadura.
Una de
las primeras tareas descolonizadoras ha sido revisar el origen de mi nombre
y el de mis padres, conocer algo de la época en que nací
y me desarrollé, indagar cuáles eran los diarios que circulaban
y que inducciones recibían mi familia, mis profesores, mi entorno;
una tarea aún inconclusa. Sugiero a las jóvenes generaciones
realizar este ejercicio del intelecto ahora, más tarde se complica.
Luego he procedido a realizar el mismo procedimiento con el
nombre de „mi país“ y, ahora, con mayor razón,
con el nombre de „mi“ continente.
Con esas tareas tengo para el resto de vida.
Con el
nombre de América al parecer no hay problemas. El cosmógrafo,
Américo Vespucio, escribió con entusiasmo sobre su participación
en matanzas de indígenas. Pero insistió en una visión
que rompía todos los falsos esquemas medievales incluyendo los
de la iglesia.
Américo argumentó la existencia del Nuevo Mundo
mediante la descripción de nuevas constelaciones y la inversión
de las estaciones. No se describían islas sino un nuevo continente.
Naturalmente nuevo para ellos, para Vespucio y los europeos.
Pues los pueblos originarios lo conocían muy bien. Los tupí
guaraníes recorrían el territorio desde el Paraná
hasta Venezuela, en la banda del pacífico los quechuas se expandían
hasta Colombia a Chile. Los mapuches iban y venían desde las pampas
argentinas hasta la costa ahora chilena. Situación parecida se
verificaba en Centroamérica.
De manera que para los pueblos indígenas no hubo descubrimiento,
hubo conquista, o sea destrucción y muerte.
El apellido
de América, lo de Latina, toca un problema complicado, atrevesado
por mantequillas ideológicas rancias e intereses coloniales espasmos,
vivos como cola de depredador. Pero hay otros factores a considerar.
Algunos autores atribuyen al intelectual chileno, Francisco
Bilbao, el ser precursor en el uso del nombre de América Latina.
Desde 1856 Bilbao escribió varios ensayos en los cuales llamó
a la unidad de América Latina para frenar los afanes imperiales
de Estados Unidos. Esta actitud honra a Bilbao, quién había
sido perseguido en forma inmisiricorde por el gobierno de Montt y el clero.
Lo procesaron por publicar su libro „La sociabilidad chilena“.
Acusado de sedición, inmoralidad y blasfemo fue obligado a abandonar
el país.
Otros autores dicen que el francés Michel Chevalier
fue quien empleó por primera vez el nombre, en 1836. Y todos afirman
que un gran propagador del nombre América Latina fue el escritor
y diplomático colombiano, José María Torres Caicedo.
En todo caso Francia aparece asociado al uso del nombre de
América Latina en una época en que los imperios coloniales
aún se disputaban el control de territorios, países, pueblos,
riquezas. Poco ha cambiado esta realidad.
Francia se oponía a la expansión norteamericana
en América Latina, sobretodo se disputaban México, de manera
que existe cierta tradición para que no se traguen Bush y Chirac,
si pensamos en el petróleo presente y/o en la guerra contra Irak.
El nombre de América Latina aprovechaba a mediados
del siglo XIX la legítima reacción continental contra la
españa colonial. Otra intención fue oponer al norte protestante
y sajón, el sur „católico y latino“. Naturalmente
que todo es actualmente falso, en una realidad cambiante, lo de católico
y latino son conceptos solubles.
Pero la antinomia religiosa del norte presunto protestante
y el sur presunto católico es preferible apartarla. Las peores
guerras, y naturalmente las actuales, han tenido, tienen como fondo el
fanatismo religioso. Pero sería de una injusticia enorme contar
a todos los religiosos sean católicos o protestantes, como intolerantes.
Hubo diferencias en formas de enfoque y comportamiento, por
ejemplo, entre jesuitas y franciscanos. Los primeros fueron capaces de
aceptar en aras de la evangelización ciertas manifestaciones religiosas
de los indígenas. Los segundos colaboraron en encender el fuego
en los hornos. Pero todos querían lo mismo: borrar los nombres
indígenas, poner nombres civilizados. Así borraban la memoria,
y pueblo sin memoria, sin lenguaje, deja de ser lo que es, se transforma
en el otro, que lo asimila, en el caso tratado, para arrebatarle sus riquezas,
sus territorios, para esclavizarlos o para el ejercicio de la servidumbre.
Las tendencias humanas actuales, transportadas al mundo en
documentos ONU, busca defender y preservar los valores de las minorías
étnicas, de los pueblos indígenas.
En cuanto
a Estados Unidos, éste se apropió del nombre de América
y del uso de americanos. El único fundamento de esta apropiación
es el poder. El poder que pone o borra nombres. Nombres que pueden prolongarse
hasta que el poder imperial se desmorone.
El panamericanismo es un invento norteamericano. Cuando hablamos
de la carretera panamericana estamos hablando de un nombre norteamericano.
La doctrina Monroe se ha aplicado como América para los norteamericanos.
Si no que lo diga México.
El presidente Roosevelt popularizó el destino manifesto
de Estados Unidos en 1904. Al año siguiente y subsiguiente invadió
Cuba y Santo Domingo. El Gran Garrote estaba inaugurado.
Actualmente el garrote pega y destruye a pueblos árabes.
LA
MONARQUIA
La monarquía,
los conservadores recalcitrantes y la derecha españoles todavía
nos nombran Iberoamérica o Hispanoamérica.
Estos son los nombres que nos adjudican esos sectores españoles
nostálgicos a monarquía, a indígenas exterminados;
a perlas, desaparecidas; a oro, agotado; a plata, acabada.
Rememoro laborioso la figura aquella que dice que con la plata
que Europa obtuvo de Potosí se podría haber construido un
puente desde esa montana peruana hasta españa. El mismo puente
se podía haber levantado entrelazando los pies y las manos de los
cadáveres de los indios que murieron en Potosí bajo las
extenuantes faenas, el hambre, las enfermedades y la crueldad de los administradores
ibéricos. Un puente humano de 10, 12, o 14 mil kilómetros.
España no tiene derecho a ponerle nombre a América,
más allá del éxtasis que pueda producirle a un monarquista
cuando escribe que el Rey Juan Carlos jamás pronuncia en sus discursos
el nombre de América Latina.
Lo iberoamericano sí existe cuando se refieren a españa,
Portugal (avecindados en la Península Ibérica) y América
Latina.
Lo hispanoamericano tiene uso legítimo para los países
de habla espanola, tanto en la Península Ibérica como en
Latino America.
El rey, pues, está equivocado, y las ínfulas
monarquistas de sus seguidores suenan ridículas. ¿Estarán
pensando en rebautizar a México como Nueva españa, Colombia,
como Nueva Granada o Panamá como Castilla del Oro?
Creo que los años de historia nos autorizan a ser dueños
al menos de nuestro nombre.
Sería indeseable si alguien creyera que escribo contra
los españoles. No. Los alemanes que durante un período colonizaron
Venezuela emplearon la misma traición y crueldad para someter y
exterminar a los pueblos indígenas. Los portugueses en Brasil no
se quedaron atrás. En este país inocularon el virus de la
viruela y bombardearon a las tribus ¿Y qué decir del colonialismo
británico, holandés, francés, etc. en Asia y Africa?
NO
SOY LATINO; SOY MAPUCHE
El problema
del nombre de América Latina puede surgir de alrededor de 50 millones
de indígenas a los cuales hay que sumar a millones de afroamericanos
que no son ni se sienten „latinos“.
El mundo indígena renace bajo las cenizas. Se organiza.
Forma su intelectualidad. Entra a ser a inicios del siglo XXI un actor
de primera línea y con un gran potencial de futuro.
Tienen una tradición de gran dignidad, una cosmovisión
a considerar, centenares de lenguas, una lista innumerable de héroes,
y, ante todo, tienen discriminación, pobreza, y una gran voluntad
de cambiar esta condición impuesta a sangre y fuego.
Hay luces en la historia que alumbran a los más descreídos:
el pensamiento filosófico y el conocimiento de la medicina natural
de los guaraníes; la heroica defensa de Tenochtitlan dirigida por
Cuauhtémoc; la voluntad, audacia y resolución de los mapuches
para defender su territorio; el ingenio militar de los caribes; la generosidad
de Guacanagari; las excepcionales habilidades guerrilleras del rey Urraca,
y muchos otros. Las grandes culturas precolombinas de los incas, mayas,
aztecas, y otras tienen nombres imborrables .
Este mundo está en movimiento. Y constata que la historia
de América Latina para ellos ha sido la historia de desigualdad,
negación de derechos y represión de la identidad indígena.
Y con razón argumentan que la formación de los
Estados nacionales „independientes“ ha tenido como sello el
racismo y la discriminación.
El Estado, bien sabemos, ha sido y es en la generalidad de
los casos, una oligarquía que se ha apropiado de la canción
nacional, de la banderas nacionales, y de otros símbolos para devorar
paises, y comportarse como meretriz ante los poderes extranjeros. Han
contado con el sable.
Sí, los pueblos originarios tienen una gran tarea por
delante. En todo caso en esta sección de América Latina
caben todos los nombres que representen descolonizarse. Ser.
LOS MATARIA A TODOS...
Este cuadro
descrito tiene algunos elementos que deben considerarse para analizar
la situación que ha afectado a dos jóvenes chilenos que
pintaron grafitos en muros históricos del Cusco, antigua capital
de la cultura inca. En 1983 el Cusco fue declarado por la UNESCO Patrimonio
Común de la Humanidad.
Cuando escribo uno de los jóvenes aún seguía
en condición de detenido. Leí que la madre del joven culpó
a medios de prensa peruanos del hecho de que su hijo no saliera en libertad.
Cuando le preguntaron qué haría, ella dijo que los mataría
a todos.
Sería insensato no comprender el dolor de una madre,
también lo sería compartir esas expresiones que reflejan
un cerebro social inyectado con racismo y militarismo desde la niñez.
Porque esa ha sido „nuestra“ educación. Por supuesto
que no es „mi“ educación, me la impusieron los que
realizaron guerras y se apoderaron del Estado y la Nación chilenos.
No sé que razones tuvieron los jóvenes para
viajar al Cusco. Tal vez se interesaron en el tesoro cultural incaico,
pero esta interpretación suena a contrapelo del agravio. Pues hay
un oceáno de ignorancia sobre nuestros vecinos, sobre los pueblos
y naciones latinoamericanas. Un mar de incomprensión y de menosprecio.
Todo ha sido y es inoculado por el colonialismo.
Para un peruano, para cualquier persona medianamente culta,
el pintar muros históricos es un agravio grave al testimonio de
una cultura indígena definida como una de las cunas de la „civilización“.
Pero hay que separar la paja del trigo, porque más
agraviante es la condición en que se encuentra el mundo indígena
vivo. No sólo en Perú, también en Chile, Ecuador,
Guatemala o México. En América Latina y El Caribe. Cuidemos
los monumentos históricos, colaboremos en educar en el respeto
a los portadores de esa cultura que están vivos. Ese que está
a su lado, que lo mira.
Y por qué no recordar al norteamericano Hiram Bingham,
el primer occidental que logró convencer a los lugareños
para que lo condujeran a Macchu Picchu. Después escribió
el libro que le diera fama y dinero „La ciudad perdida de los incas“.
Perdida para él, y para los „occidentales“.
Y por qué olvidar que Hingham se „llevó“
desde ese Santuario Histórico Mundial, patrimonio de la humanidad,
más de 5 mil piezas a los Estados Unidos. Perú reclama,
pero tal vez le falta la misma energía que tiene con el joven chileno.
En fin, América Latina, bajo sospecha, tiene estas
finalidades. Necesarias, eso creo yo.
Miguel
Gómez S.
Fines de febrero, 2005
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