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Asesinato de Matías Catrileo QuezadaBICENTENARIO TRAGA SANGRE MAPUCHE |
Bicentenario / 7 |
“Este período histórico heroico llegó a su fin justo en los últimos setenta años, cuando por fin la joven República de Chile conquistó definitivamente la Araucanía y abrió paso a la colonización blanca, en especial de colonos alemanes”. El texto precedente lo escribió el antropólogo alemán nazi, Johann Schauble, tras su visita a Chile entre 1934 y 1935. Sus “investigaciones” están documentadas en el libro de Víctor Farías, “Los nazis en Chile”. El antropólogo nazi destaca en sus escritos la pureza racial de los blancos, y rebaja la de los indígenas y la de los mestizos. Estos últimos fueron objeto de su interés “como ilustración de los peligros que produce una mezcla descontrolada”. Él constató que en la Araucanía el blanco es el señor, sólo el blanco es un señor legítimo, afirmó. No es curioso sino lógico que el pensar nazi de Schauble coincidiera en esencia con las ideas expuestas durante la segunda mitad del siglo XIX por presidentes, ministros, generales y coroneles de la joven república chilena para justificar la guerra contra los mapuche. Esta guerra aún es nombrada como “Pacificación de la Araucanía ”. Ellos sostuvieron la idea de que el mapuche era salvaje por naturaleza. Un argumento de orden biológico fue el asidero para la matanza, la quema de sus rucas y de sus sembrados. Todo en aras de “civilizar” como se llamó a la apropiación y el reparto de las tierras a colonos nacionales (preferentemente militares) y extranjeros. Y he vinculado este asesinato al Bicentenario porque los administradores de la república siempre han tenido un enfoque esquizofrénico respecto de la historia, en particular de la relación con la población mapuche. La no ya tan joven republica se alimenta sólo de fastos memorables, y las iniquidades las mantiene celosamente ocultas. Una de éstas fue la guerra contra los mapuche y es actualmente la situación de discriminación racista y colonial en que se les mantiene. Obviamente la situación no es ni puede ser la misma del siglo XIX; pero el conflicto no ha cambiado ni tampoco sus protagonistas: es la lucha entre colonizadores y colonizados. La guerra se hizo en el pasado contra los “bárbaros” y “salvajes”, ahora se blande el estereotipo de “terrorista” como presunta legitimidad para aplicar la ley antiterrorista, para encarcelar, e incluso asesinar. La más reciente víctima de este Maltrato Histórico ha sido el joven estudiante mapuche, Matías Catrileo Quezada. Porque efectivamente las balas fueron disparadas por un carabinero con una sub ametralladora, pero esas balas ya estaban percutadas en la cabeza de ese policía por el peso de la ideología y las formas oficiales para enfocar el conflicto creado por el Estado con los mapuche. La discriminación y el racismo imperantes lo autorizan para matar pues durante casi un bicentenario los mandamases han inoculado a la población y a los integrantes de las fuerzas armadas desprecio y desvalorización humana hacia el pueblo mapuche.
El actual conflicto en la Araucanía no puede ser entendido sin los antecedentes históricos. Y son los que normalmente están ausentes en los medios. Esta bomba de tiempo fue incrustada por la oligarquía de la joven república, como ya dije, al usurpar las tierras mapuche. Los argumentos tenían relación la ampliación del mercado de los cereales, el alza de precios y la crisis que sacudía a Chile. Esas tareas requerían otro tipo de seres humanos: más “laboriosos” y “civilizados”. Esos fueron los colonos extranjeros, blanquitos como la cal. En ese nicho se origina la característica copiona de la clase política del sistema europeo Los mapuche combatieron la usurpación. No todos, pues algunos caciques recibían paga del gobierno. No era generosidad de los jefes de la joven república sino que, como se escribió, era la necesidad de dividir para imponer la reducción. Las instrucciones de presidentes y ministros de la guerra eran tajantes, la meta era destruirlos. Y como la caballería mapuche fue siempre superior a la de los chilenos se ordenó la compra de las armas más modernas en los países más civilizados. Así en 1866 el ejército sumaba 99 piezas de artillería de montaña y de campaña y 19 mil fusiles y carabinas de retrocarga. Tres años mas tarde llegaron 12 mil fusiles Minié que se sumaron a las carabinas Spencer. En esos años se producen las más salvajes embestidas en contra de los mapuche matando y quemando miles de casas, sementeras y acopios. Los oligarcas de la joven república logran conquistar las tierras que van desde el Bío-Bío hasta el Malleco y construyen los primeros fortines en el Toltén. Y se importan nuevas y modernas armas que se prueban en la guerra contra los mapuche. Más carabinas Spencer, pues eran de gran eficacia, y los modernos fusiles Martini-Henry. Luego se agregaron los Comblain II y el Winchester. También se importaron baterías Krupp y ametralladoras Gatling. Estas últimas se probaron con gran éxito. El gobierno y el ejército consideran terminada la guerra de conquista, llamada Pacificación de la Araucanía , en 1883. En la Historia del Ejército de Chile, en la parte correspondiente a este periodo, se dice: “Desde esos lejanos días de 1883, los mapuches han ido incorporándose a las actividades nacionales y al trabajo de la comunidad. Numerosos profesionales laboran en diversos campos, dando prueba de la inteligencia y el tesón de esta gente que supo mantenerse erguida frente a España, cuyos monarcas hubieron de reconocer su territorio y su libertad. Chile siente orgullo de considerarlos como parte de su raza”. “¿Con estas falsedades y delirante racismo pretenden el gobierno y el ejército llegar al Bicentenario?” Creo que sí, porque el Nuevo Maltrato a la verdad histórica y a los mapuche de carne y hueso continúan, y como consecuencia muchos chilenos optan por el mapuche de museo y sus aspectos folclóricos. No se trata, como sostiene la derecha, que las protestas mapuche se originen en motivaciones ideológicas y recursos ajenos a la región y al país. Nuevamente la conspiración extranjera subyace como propaganda para matar, tal como fue utilizada por Pinochet. Cuando transcurren ya cuatro gobiernos de la Concertación las demandas mapuche no sólo siguen desatendidas sino que son reprimidas. En lugar de soluciones políticas el gobierno se inclinó por financiar vigilancias policiales en los fundos y por sancionar las protestas sociales aplicando, incluso, la ley antiterrorista de la dictadura militar. El período pasado ha demostrado que se equivocaron aquellos dirigentes políticos de la Concertación que pensaron que dando caramelos resolverían el problema. Ni el traspaso de una determinada cantidad de tierras o las becas a los estudiantes mapuche tocan el fondo de sus aspiraciones. Entretanto una conciencia intelectual mapuche de mayor significación y alcance se extiende por las tierras de la Araucanía. Los programas están relativamente elaborados. Las minorías pueden mañana constituirse en mayorías activas. Es lo más probable. También es plausible que derechistas civiles se armen como sucedió en el pasado. Porque ese “señor blanco” ensalzado por el nazi alemán, Johann Schauble, es de derecha. Y como ayer esta dispuesto a matar.
Miguel Gómez S.
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