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America latina / 8
BOLIVIA EN EL CORAZÓN LATINOAMERICANO
 

 

Experimenté una gran emoción con un vídeo sobre los recientes sucesos de Bolivia cuando escuché a la gente gritar al unísono, “Bolivia unida, jamás será vencida”.
Para un chileno como yo, participante de las marchas para respaldar al presidente Allende, tal consigna aún nos remece.
Porque en aquel entonces gritábamos  con entusiasmo y, diría, con fe política profunda, “El pueblo unido, jamás será vencido”.
Por desgracia, esa “fe” avalaba creencias equivocadas.
El principal error político era pensar que Chile tenía una tradición de legalidad, cuando, en realidad, tiene una historia de violencia.
Esa historia registra dos genocidios: el del siglo XIX, con la guerra del gobierno y el ejército chileno en contra de los mapuche, y en el siglo XX (el que algunos sobrevivimos) cuando se  instaló, a sangre y fuego, la dictadura de Pinochet.
Entremedio devinieron guerras internacionales y masacres diversas, de sectores populares,  algunas de las cuales originaron   cantatas, como la de Santa María de Iquique.
El poder agrario y económico trradicional, que tiene la cara de Prefectos en Bolivia y de los partidos de derecha en mi país, es un poder cruel e inmisiricorde, aunque se declaran más católicos que la cresta.
Esos poderes no tienen consideraciones humanas cuando se trata de defender sus intereses económicos, base de sustentación de su poder político en el Estado.
Tales sectores han gobernado Bolivia durante más de un siglo. Son quienes han colocado a Bolivia entre los países más pobres de América Latina. Y que han hecho de la discriminación y el racismo contra las mayorías indígenas política de Estado. Y tienen la desfachatez de aspirar a gobernar.
Como en mi país esos sectores manipulan la historia y el presente. Por eso me siento más cercano de quienes marchan en Bolivia en defensa del gobierno constitucional y de su derecho a ampliar la  democracia que de aquellos chilenos, civiles y uniformados, que torturaron y asesinaron a mis compatriotas. 
Las diferencias nacionales tienen, por supuesto su importancia, pero fueron y son manipuladas para mantener una identidad racista, militarista y discriminatoria que se presenta como una supuesta “identidad nacional”.
Hablo sobre Chile, pero sé que se escucha como si dijera Bolivia, pues, en esencia, en ambos países tenemos una historia que reclama desafíos parecidos.

Alguno puede opinar con legitimidad que las situaciones de Allende y Evo Morales no son comparables.
Yo sí comparo sus semejanzas y diferencias.
Es de suyo evidente que el golpe se prepara mediante una confabulación y un meticuloso trabajo político, en ese sentido es claro que en Bolivia, como denunció el gobierno, está en marcha un golpe civil, antesala del militar.
Actualmente veo que se coordinan y ponen en marcha los mismos procesos que culminaron con el asesinato del presidente Allende, y sus seguidores.
No fueron Prefectos sino parlamentarios quienes dieron legitimidad a las acciones desestabilizadoras y a la violencia civil y luego militar contra el gobierno constitucional.
El bombo lo tocaron los medios de comunicación que, en su mayoría, estaban en manos de la oposición antidemocrática.
En este sentido es interesante el reciente estreno, en Buenos Aires, del documental  “El diario de  Agustín” ... que alude al propietario de “El Mercurio”, Agustín Edwards.
La investigación histórica del documental expone  la colaboración de este influyente diario de derecha con la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional o GESTAPO de Pinochet).
La relación tenía como base la manipulación y avalar los montajes de supuestos “enfrentamientos” para justificar los crímenes y la violencia de la dictadura. 
Como sucede con la masacre de Pando y otros acosos de violencia terrorista de los opositores al gobierno constitucional de Evo Morales.
 El documental mencionado informa también sobre la colaboración entre El Mercurio y la  CIA. “El Mercurio” obtuvo dólares norteamericanos para exacerbar la oposición al gobierno. No fue el único medio que participó en la conspiración.

Cuando leo lo que sucede en Bolivia pienso que el guión lo escribe el mismo autor, Estados Unidos. Con Chile operó Nixon, contra Bolivia arremete Bush.
Los documentos exhibidos por el periodista norteamericano, Jeremy Bigwood demuestran  una relación sistemática entre organizaciones norteamericanas y sectores bolivianos. El vínculo está fundado en financiar actividades en contra del gobierno de Evo Morales.
También en Chile, previo al golpe de estado, tuvimos nuestros propios Pando. Las armas y el financiamiento para las acciones terroristas vinieron de Estados Unidos.
Los militares constitucionalistas fueron asesinados. (Casos de los generales Schneider y Prats y el comandante Araya).
Los grupos civiles de la derecha iniciaron la violencia terrorista, se creo la organización para esos fines, Patria y Libertad. También se financiaron paros patronales, cuyas puntas de lanza fueron los camioneros y comerciantes con sus generales civiles, Vilarín y Cumsille.
El Alto Mando Civil provino de la Confederación de Partidos por la Democracia (derecha y democracia cristiana) con sus generales civiles, Sergio Onofre Jarpa y el ex-presidente, Patricio Aylwin.

A esta marejada se sumó una oposición de izquierda al gobierno del Presidente Allende. Esos sectores, incluso con representación en la propia alianza  gobiernista, condujeron a crear confusión para enfrentar la marcha del golpe que consumaron los militares.
Esos sectores no comprendieron que lo más revolucionario era, en ese período, apoyar al gobierno constitucional del presidente Allende.

Pero como la historia, a veces, se repite, pero no siempre igual, hay naturalmente diferencias con el proceso democrático boliviano.
Las principales serían que el gobierno boliviano cuenta con una clara mayoría democrática que se expresó en las urnas. El problema es que los Prefectos también tuvieron respaldo. Esta dualidad de poderes origina la extrema dificultad del proceso.
Otro factor a favor del gobierno de Evo Morales es que las dictaduras militares no representan una opción política, pues con sus crueldades y corrupción se desprestigiaron hasta las heces.
Y el hecho que en América Latina, en especial en el sur del continente, predominan gobiernos de centro izquierda y de izquierda.
A lo anterior se suma la incapacidad congénita del sistema capitalista de libre mercado de atender las necesidades de las mayorías marginadas.
Son factores que otorgan mayores posibilidades de éxito a las transformaciones democráticas iniciadas en diversos países latinoamericanos.
Actualmente en Bolivia, ambos poderes acordaron una pausa. Quizás sea aquella se precede la tempestad. En todo caso somos muchos en América Latina que tenemos a la Bolivia que representa Evo Morales en el corazón.

Miguel Gómez S.
Inicios noviembre 2008

 

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