Barack Obama es el primer presidente negro que llega a la Casa “Blanca”. Y destaco este contraste racial, porque hasta hace algunas décadas en algunos estados de USA aún existían diversas prohibiciones basadas en la discriminación por el origen y el color.
Obama empezó su campaña presidencial con un discurso pronunciado en el mismo lugar en el que Abraham Lyncoln, presidente norteamericano, proclamó la abolición de la esclavitud.
Tal es el fundamento del apoyo que recibió de la población afro norteamericana, de los latinos y otras minorías existentes en los Estados Unidos.
Si su mandato será histórico está por verse. En todo caso su mensaje anuncia el cambio. Y se cree que ese cambio sustituye la política de Bush y produce nuevas ideas. En rigor, creo que nadie puede ser peor que el actual mandatario.
Por eso muchos se alegraron que Barack Obama ganara las elecciones presidenciales, porque supone el rechazo a la desastrosa administración de George Bush.
Tan fuerte es esta sensación y certidumbre que Bush no osó votar públicamente, lo hizo por correo. Alrededor de la Casa Blanca mucha gente gritó: Bush se va.
El gobierno de Bush ha sido tan calamitoso que hasta el propio candidato republicano, John McCain se desmarcó. Terminó afirmando, “Yo no soy Bush”.
Bush no sólo provocó la peor crisis mundial, por su inoperancia, sino que mantiene una guerra cruel e inútil contra Irak y Afganistán.
En estos países Estados Unidos está militarmente derrotado. Sus generales declaran que no podrán ganar la guerra. Afirman que no hay solución militar.
Porque no pueden matar a todos los irakíes o afganos.
Aunque los bombardeos indiscriminados, con muerte de civiles, mujeres y niños, son noticia frecuente. Incluso matan a sus propios soldados, como sucede en Afganistán.
Estos asesinatos quedan sin sanción, pues los soldados yanquis gozan de impunidad.
Quienes iniciaron la guerra ilegal en Irak, son cadáveres políticos. A los retirados Aznar y Blair se sumará Bush.
Si hubiera justicia internacional estos sujetos debieran ser procesados por genocidio.
La elección presidencial norteamericana figuró como si se eligiera al presidente del mundo. Esta percepción tiene como causantes al poderoso imperio mediático estadounidense.
Es claro que USA representa gran parte del poder, pero es también de suyo evidente que actualmente estamos ante la existencia de un mundo multipolar.
Este hecho no lo entendió nunca Bush. Se creyó propietario de la verdad y del bien, y en su nombre sus tropas mataron a cientos de miles de personas, impuso el dolor y la ruina en Afganistán y luego en Irak.
Obama es el resultado de esta política, pues él tuvo la inteligencia de comprender que la vía de Bush no tiene salida y ofertó el cambio.
En su primer discurso como presidente electo, enunció los retos que tiene por delante: las dos guerras (Irak y Afganistán), un planeta en peligro y la crisis financiera.
Durante su campaña electoral prometió algunos cambios como el cierre del campo de concentración de prisioneros de Guantánamo y el retiro de las tropas norteamericanas de Irak. Aunque dijo que reforzaría las de Afganistán.
Deberá hacer mucho para cambiar la percepción que tiene la gente sobre Norteamérica o Estados Unidos, y no América como se hacen llamar con ínfulas imperiales.
En América Latina los jefes de estado, sin excepción, saludaron su elección. El presidente de Ecuador, agregó que sueño con el día en que América Latina no tenga que preocuparse de quien llegó a la Presidencia de Estados Unidos, porque puede ser lo
suficientemente soberana y autónoma para caminar sobre sus propios pies.
Yo creo que el mundo sería mejor si el gobierno de Estados Unidos se preocupara de si mismo y dejara de entrometerse en otros países. Para eso se requiere respeto a la soberanía y a la legalidad internacional.
Miguel Gómez S.
Inicios Noviembre 2008
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