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9-04-2005
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funerales de Juan Pablo II
polemica / 19
EL CÓDIGO DA VINCI
Y LA MUERTE DEL PAPA

 

No se trata de ninguna asociación arbitraria. Ni mucho menos de falta de respeto ante la muerte. Simplemente sucedió que la novela „El Código Da Vinci“, censurada por el Vaticano, que tantas veces ví venderse en las calles del centro o en Irarrazabal, pasado Pedro de Valdivia, llegó a mis manos y la leí mientras agonizaba y finalmente moría Juan Pablo II.
La novela nunca me interesó. Otra persona la compró, la leyó y la trajo a mi casa. Y no me había atraído porque los libros piratas se editan ciento por ciento en función del mercado. Y el mercado está relacionado con las eficiencias de la propaganda. Y creo que vende, en muchos casos, lo que está de moda. Y la moda no siempre es calidad.
La novela llegó a mi casa a fines de diciembre y estuvo apoyada a un costado del televisor.
Durante ese tiempo suspendí, con pesar, la lectura de „2666“, de Roberto Bolaño, por razones de intensidad de trabajo. Y de pronto hace dos o tres días, por un impulso inconsciente, interrumpí también la lectura de „Memorias de mis putas tristes“. Lo reemplacé por El Código Da Vinci que terminé de leer hoy, domingo, entre las 9 y las 10 bajo sol primavera. Y esta manana el principal titular del diario fue que el Papa había muerto anoche, sábado 2, a las 21.37. Una noticia de un hecho que se esperaba, tanto que el diario traía un cuerpo especial con muchas informaciones sobre la actividad desplegada por el Papa desde 1978.
Y recordé, con estupor, que una de las últimas actividades del Vaticano bajo Juan Pablo II, a mediados de marzo, había sido la ácida censura de la novela „El Código da Vinci“.

La novela de Brown la leí de un tirón. Pocas obras literarias logran el ritmo, el interés ascendente de esta novela. Incluso a veces dan ganas de saltarse páginas para enterarse de que ha sucedido con tal o cual proceso en el que están envueltos los personajes.
Así me sucedió con tres cuartas partes de la novela. La trama, el perfil de los protagonistas, el desarrollo de las acciones en un tema de enorme interés. Excelente. Manufacturada para ser bestseller, afirmaron los críticos del Vaticano.
La veracidad de las descripciones de las obras de arte, de los edificios, de los documentos y de los rituales secretos, subrayadas por el autor, dan al conjunto de la novela una fuerza increíble.
Sin embargo, se desmorona exactamente en la página 497 cuando se descubre al organizador de todos los sucesos. Derriba el principio de la autenticidad. Deja de ser novela y pasa a ser novelón. El autor retrocede en todo lo que afirmaba sobre la Iglesia y sobre el Opus Dei.
Una novela, una ficcion o fantasía, como se quiera, debe tener una coherencia en relación a la veracidad de lo „falso“ que se cuenta. Ese principio es el que sentí caer esta manana y de una excelente novela. Lamentable.
¿Qué hizo cambiar de opinión al autor? ¿El miedo sobre lo que escribió?. ¿Temor ante los poderes de la Iglesia?

Entretanto muchos han llorado la muerte del Papa.
Condolezza Rice ha dicho que representaba una gran fuerza moral. No dijo que el enviado del Papa antes de la guerra de Irak fue desconsiderado. ¡Cuanta moda en la hipocrecía! ¡Cuántas lágrimas de cocodrilo! ¡Cuanto cinismo en la política! Sobre todo. ¡Qué ternura en la declaración de Berlusconi! ¡Como se vistieron de negro en el velatorio el presidente Bush y su señora!.
Sigamos.

¿Por qué el Código Da Vinci desató las iras del Papa y del Vaticano? La novela cuenta la búsqueda del Santo Grial. El Grial mismo es un secreto. Lo protege una organización también secreta. El Prioriato de Sión.
Se afirma que Leonardo da Vinci conocía el enigma que esconde el Grial. En varias de sus obras, mencionadas en la novela, dejó claves. Una de ellas es „La última cena“. Allí, para un observador especializado no hay 13 apostoles. La persona que está a la derecha de Jesús no es Pedro. La imagen muestra un aspecto puro, un rostro discreto, una larga y hermosa cabellera rojiza, manos delicadas entrelazadas y la curva de... unos senos.
No es Pedro, es María Magdalena. La esposa de Jesús. A ella él le encarga fundar la iglesia, pues él ya sabe que morirá. Pedro se inclina amenador ante María Magdalena. Le pone una mano en el cuello como si cuchilla fuese. En el grupo emerge una mano. Esa mano anónima sujeta una daga.
En la novela Magdalena no es prostituta. Se afirma que fue difamada por la Iglesia para ocultar su rol. La Iglesia necesitaba que Jesús fuera un ser divino, por tanto era una exigencia omitir, borrar todos sus aspectos terrenales. El problema para la Iglesia se llamaba Magdalena, pareja de Jesús, quien, además, cuando éste es crucificado, espera una hija.
Esta es la esencia de la novela. El Prioriato de Sion mantiene la documentación secreta. Un obispo del Opus Dei quiere apropiársela para obtener mayor poder en la jerarquía Vaticana.
También el autor de la novela dice que la divinidad de Cristo fue aceptada mas bien bajo Constantino, en una estrecha votación realizada por los obispos.

El 15 de marzo próximo pasado el cardenal arzobispo de Génova, Tarcisio Bertone, llamó a los fieles a que no la compren, no la lean. Dijo que „El Código Da Vinci“ era un castillo de mentiras, que era una „obliteración“ de la representación femenina de los evangelios y que negaba la muerte y resurrección de Cristo.
El arzobispo de Chicago, el cardenal Francis George, también la censuró. Dos especialistas editaron un libro contra la novela. Otros dijeron que era una obra de izquierda, una herejía, un femenismo extremista, etc.
Todos los atacantes olvidaron o fingieron olvido frente a una actividad realizada por el Papa, Juan Pablo II.
Recordemos: 12 de marzo del 2000. Altar de la Basílica de San Pedro. Ese día el Papa pidió perdón a Dios por los pecados de la Iglesia, por la violencia, persecución y errores de la iglesia. Fueron 7 peticiones de perdón, y 5 promesas de Nunca más.
Los afectados por los crímenes de la iglesia fueron herejes, judíos, gitanos, mujeres y los pueblos de culturas originarias.
Las mujeres fueron demasiadas veces humilladas y marginalizadas, se inmolaron los derechos de los pueblos y grupos étnicos, despreciando sus culturas y tradiciones religiosas.
Mucho más dijo el Papa en el documento „Memoria y reconciliación. La Iglesia y las culpas del pasado“.
Más aún: el Papa formó una comisión que investigó a la Inquisición. Las intervenciones de este simposio fueron publicadas el año pasado: 783 páginas.
En relación a las mujeres se afirma que en Francia se quemaron 4 mil brujas, en Polonia-Lituania, 10 mil; en Alemania, 25 mil, etc.
La mayor dificultad es que en los documentos se habla del pasado, como si todas esas situaciones hubieran sido superadas en la realidad. Ese enfoque es falso. Los pueblos aborígenes sufren la marginalidad y la pobreza, las mujeres siguen discriminadas. La prohibición del uso del condón produce innumerables muertes por Sida. Son seres humanos que podrían salvarse. Las religiosas siguen siendo en la iglesia personajes de segunda clase.
Esta política de discriminación es la base de la fuerza que tiene el argumento de la novela El Código Da Vinci. Pues el secreto consiste precisamente en la simbología femenina, encarnada por María Magdalena, condenada a ser prostituta, que es „mala en su propia naturaleza“, como se afirma en documentos eclesiásticos.

Sigamos: los franciscanos, por su historia, son particularmente culpables de los llamados pecados de la Iglesia, si pienso, por ejemplo, en las culturas originarias de América Latina.
Ningún historiador decente puede no horrorizarse ante la actividad de este grupo y la de muchos religiosos en el período aludido por el Papa en su Mea Culpa. Jamás podré no asociar las llamas de los códices mayas con los libros que quemaban los militares de Pinochet en Chile. O los nazis.
Quizás el teólogo brasileno, Leonardo Boff, pensó en esa historia inicua en América Latina cuando asumió el rol de ser uno de los constructores de la Teologia de la Liberación. Muchos partidarios de la iglesia de los pobres pueden haber considerado la reparación como un deber moral.
Quizás. En todo caso para el Vaticano, bajo Juan Pablo II, no hubo miramientos. Leonardo Boff fue llamado ante el Aduanero de la Fe y las Ideas, el cardenal Joseph Ratzinger. Boff fue condenado por pensar y escribir.
No sólo él. También los teologos Juan José Tamayo, Hans Küng... Durante el período del Papa Juan Pablo II fueron censurados o excomulgados más de 500 teólogos, dicen los especialistas.
„Dominus Iesus“ o „Señor Jesús“ raya la cancha. La Iglesia Católica es la Iglesia de Cristo. La única. El cardenal, Joseph Ratzinger, que ocupa los mismos aposentos de la Inquisición, continüa su labor.
El teólogo brasileño, Leonardo Boff, escribe:

„Los hechos objetivos siempre vienen revestidos de los sentimientos de quienes los viven. ¿Cómo sentí yo mi proceso en la ex-Inquisición de Roma en 1984?
„Puntualmente, a las 9.00, hora oficial del Vaticano, vinieron a buscarme. Antes de poder despedirme de mi Superior, me agarraron y me metieron dentro del coche, que asalió disparado hacia el Vaticano, cerca de allí. Me sentí como alguien secuestrado por las „brigate rosse“.
„Una escolta de guardias suizos me condujo al ascensor. En el piso de arriba, me esperaban otros dos guardias con el Cardenal Inquisidor, Joseph Ratzinger vestido con sus ropas de cardenal y yo con mi simple hábito. Le saludé en bávaro para aligerar la tensión. Inmediamente me condujeron a través de un salón de unos cien metros de largo, completamente alfombrado, con paredes repletas de cuadros renacentistas. Al final, una pequenísima puerta, mal podía pasar por ella, y una sala rodeada de libros con un minúsculo podio donde se sientan inquisidor y inquirido. Abajo, el notario anota todo. Sin dilaciones, se comienza el trabajo. Yo corto al cardenal y le digo: Sr Cardenal, en mi país somos aún cristianos; en cosas serias invocamos a Dios. Ante lo cual el cardenal, sorprendido, inicia ritualmente la recitación del Veni Sancte Spiritus. Para una visión jurídica de la Iglesia, Dios realmente sobra“.

La historia es conocida. Boff fue condenado. La teología de la liberación sufrió un rudo golpe. No fue la única. El ecumenismo y las relaciones con los representantes de las demás religiones fueron afectadas. Sólo el que no quiere ver no ve el retroceso de la Iglesia católica bajo Juan Pablo II. Y Ratzinger sigue determinando en la elección del Papa. El conservadurismo vive tiempos de gloria.
En todo caso, muchos de los mil millones de cristianos seguramente esperan un Papa que contribuya al menos en ser más determinante para evitar las guerras, tener más eficacia ante los que sufren el hambre y la pobreza y contribuir a salvar el planeta de la voracidad de los salvajes de cuello y corbata, sí, el capitalismo salvaje.

Miguel Gómez S
8 de abril, 2005

Por sus hechos los conoceréis.

 

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