El
domingo 19 de diciembre leí en un diario londinense que la señora
Victoria Beckham regaló a su hijo de 5 años de edad un jeep
de juguete por el cual pagó 31 mil euros.
Cuando algún curioso le preguntó sobre el porqué
había comprado un regalo tan caro ella respondió que lo
hacía porque Papá David también compra autos caros.
Normalmente nadie puede tener nada en contra de que una madre
quiera regalar lo mejor a sus hijos, aunque en los tiempos actuales muchos
tenemos dudas sobre si la ecuación caro=calidad tiene ya algún
sentido.
Exactamente una semana después leí en un diario chileno
algunas de las cartas que los niños escriben al Viejito Pascuero
instados por el Correo que ejerce el rol de intermediario entre esos niños
y el barbudo abuelito que viene del norte.
Escribe una niña de 9 años: Quería pedirte
si tú me puedes traer 80 mil pesos para mi mamita, ya que ella
necesita para mi abuelita que se murió y la van a sacar del cementerio.
Por favor Viejito, eso nomás te pido. Mi papito está cesante
y mi mamá no tiene plata.
Otra carta de una joven y una niña: Querido Viejito
Pascuero, vivimos de allegados en la casa de mis abuelos, los cuales no
me pueden ayudar. Mi mamá hace pololitos recolectando cartones
y botellas, pero tenemos una situación económica muy mala
y a veces no tenemos ni para comer. Ayúdame con zapatos de colegio...
Muchos piden en sus cartas al Viejito un computador para hacer las tareas
o bien determinados útiles escolares.
El Correo recibió 15 mil cartas de niños que
piden ayuda al Viejito.
Esta situación
se da en un país, Chile, que es el segundo en América Latina
en cuanto a desarrollo humano. ¡Qué pasará en los
países latinoamericanos mas pobres!
Bueno, hace poco leí una carta de una joven que viajó
desde Europa a Bolivia. Ella terminó la ensenanza media y como
muchas jóvenes europeas con sensibilidad social quiso primero ayudar
en Africa.
En primera instancia la recibieron para ayudar en un país africano.
Debió someterse a un chequeo de creencias. Una especie de comisión
Ratzinger. Cuando le preguntaron si creía en Dios, en la religion,
en la Iglesia, etc dijo con sinceridad que tenía dudas, pero que
sólo quería ayudar a los niños africanos. Su ofrecimiento
de ayuda fue rechazado por las monjitas. Por descreída.
Buscó por otro lado y en una organización civil
no religiosa, aunque vinculada, fue aceptada para ir a ayudar por un año
en Bolivia, para atender bebés y niños, cuyas edades fluctúan
desde algunos meses hasta algunos años.
Obviamente ella pagó su pasaje y no recibirá
sueldo. Por su ayuda recibe comida y alojamiento. En los primeros días
quedó choqueada. No contenía las lágrimas. Los niños
tenían piojos y sus dientes estaban llenos de caries.
¿Y en Africa?
Por eso me asombra el regalo de la señora Beckam por el cual pagó
más de 20 millones de pesos.
Menos
mal que nuestro ex-Santa Claus, cuya figura final fue modelada con dineros
de la Coca Cola, se ha venido adaptando a nuestra realidad. Llegó
desde los Estados Unidos muy arropado, pues allá es invierno, cargando
un saco sobre un trineo tirado por renos ante los cuales saldría
huyendo nuestro pequeno pero singular pudú. Parece que ahora ya
no aparece tan a menudo el trineo y los renos, aunque una amiga me comentó
¿y por qué no dicen ustedes que viene de la Antártida,
eh?
El arbolito que hacíamos en mi casa, en la décima
región, lo adornábamos con algodón. Andábamos
casi desnudos por el calor, pero remedabamos la nieve que representaba
la nostalgia de los colonos alemanes que introdujeron la costumbre del
árbol de pascua en Chile cuando llegaron, a partir de 1850.
Muchos dicen que somos muy copiones y que no tenemos cabeza
propia. En realidad los copiones siempre han sido los que han manejado
el Estado. Creo que una buena medicina es sacudir todas las mañanas
la cabeza y preguntarle al espejito dónde está lo nuestro
universal.
Pero más
de alguno puede preguntarse y qué tiene que ver la familia Beckham
con toda esta historia. Ella es duena de regalar lo que quiera, para eso
se gana su dinero como modelo.
Bueno, resulta que cuando leí la noticia me acordé de algo
que escribí en un libro hace algunos años. Finalmente lo
encontré, y como estamos alrededor de Navidad, me cito:
„Que
un inglés tenga garantizada una vida promedio de 77 anos y un producto
interno por persona de más de 22 mil dólares no significa
que ese inglés sea más inteligente que un indú, ugandés,
nigeriano o un habitante de Zambia o Tanzania.
Es cierto que un indú tiene una esperanza de vida de
apenas 62 anos, un producto interno de 2 mil 248 dólares, y que
un habitante de Uganda sólo vivirá 43 anos con mil dólares
anuales, o una persona de Zambia apenas podrá vivir 41 anos con
756 dólares anuales... La misma situación se repite con
Tanzania o Nigeria y muchas otras ex-colonias del imperio británico.
Un inglés vive bien, tiene universidades famosas, aviones
y barcos incomparables, y disfruta del roastbeeff, pero ese roastbeeff
está catapultado en esas bocas y británicas panzas desarrolladas
por la explotación inmisericorde de millones de esclavos, durante
siglos, y cuando ese inglés come ese roastbeeff está tragando
historias de ignominias, de saqueo de oro, piedras preciosas, petróleo,
marfil, y una lista interminable. Eran voraces, lo son. Hay una gran diferencia,
en escrúpulos.
Y lo que es más espantoso es que ese inglés
sólo ha dejado ( y deja) hoyos en esos países, no construyó
nada, no alfabetizó siquiera, sólo explotó seres
humanos hasta que cayeron muertos de cansancio y dolor y, tragó
y engulló diamantes industriales, algodón, cobre, té,
uranio, cobalto. ¡Más de 500 millones de explotados! ¡Quién
no se desarrolla así! ¡Habría que ser tarado!
Mientras que en la mayoría de sus ex-colonias más
de la mitad de la población carece de la posibilidad de vivir más
de 40 anos, más de la mitad no tiene acceso a agua potable o mejorada
y cada habitante en teoría dispone de 35 a 40 dólares...
Londres está de acuerdo en que la esclavitud es un
crimen contra la humanidad. La condena, pero ¡ojo! sólo en
el presente. Su esclavismo no lo condena, sólo lo lamenta. La diferencia
entre condenar y lamentar es muy grande, tiene que ver con reparar o no
reparar financieramente a los descendientes de esos esclavos, de esos
países, objetos de ese crimen contra la humanidad.
Los ingleses son razonables, obvio, tienen fama mundial. Por
eso dicen que „no sería razonable que algunos países
cargaran con la responsabilidad de actos realizados por gobiernos de hace
tiempo".
¿No sería razonable para quién? Para los ingleses,
naturalmente, pero sería absolutamente razonable para Botswana,
Zimbabwe, Nigeria, Somalía, Kenia, Zambia, en fin, sería
más de una página si nombrara a aquellos países objetos
del colonialismo británico.
El actual gobierno no quiere cargar con la responsabilidad
de lo hecho por los anteriores. ¿Si mi padre hubiera sido un criminal,
debería cargar yo con esa responsabilidad?, pudiera uno preguntarse.
Siempre existirá la tendencia a lavarse las manos.
Creo que ser escrupuloso con la historia es un deber. Preferible
a amanarla. El crimen contra la humanidad lo ejecutaron ingleses en decenas
de países. La manera adecuada de limpiar la conciencia posmoderna
sería lamentar, condenar y tratar de reparar. Es lo mínimo
que se le podría exigir a un hijo de un criminal.“
Hasta
ahi la cita.
Cuando comenté durante el almuerzo estas cosas, mi sobrina, de
12 años, me miró con acritud, y me dijo: „Sabís,
el Viejito sólo va a las casas donde hay plata. ¿Cachai?
El Viejito Pascuero está en crisis. Y si sigue así, lo borro
de mi cuaderno“.
Bacán, ¿eh?
Miguel
Gómez S.
Alrededor Navidad, 2004
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