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LA CORRUPCIÓN
DEL EJÉRCITO
Mi país / 17

  

No creo que Pinochet haya corrompido sólo al Ejército, su dictadura corrompió todas las instituciones del Estado. Pero sería falso exagerar su rol, pues Pinochet nació y se desarrolló dentro del Ejército, en un contexto que representaba ya un proceso de corrupción institucional.
El proceso al clan Pinochet es el proceso al Ejército y las Fuerzas Armadas. No sólo a quienes impusieron y participaron del régimen militar sino a las actuales Fuerzas Armadas. A estas instituciones que callan ante el peor latrocinio de la historia de Chile: fraude al fisco, evasión tributaria y falsificación de documentos, a los cuales se sumarán la asociación ilícita y el lavado de dinero. Este último ilícito normalmente está vinculado al tráfico ilegal de armas y de drogas.
Los millones de dólares en cuentas secretas, las identidades falsas, y las maniobras ilegales sirven sólo para personalizar la corrupción de este militar „portaliano“. La formulación sobre las Fuerzas Armadas en cuanto a que serían la „última rerserva moral de la patria“ es motivo de pública irrisión.
La mujer del dictador vestía los ropajes del acendrado catolicismo y moralismo, brutal antifeminismo, se creyó la dueña del país y ahora es reconocida judicialmente como cómplice del robo a cada uno de nosotros, los chilenos; mientras su regalón fue declarado un peligro para la seguridad de la sociedad.
No hay proporción entre el daño hecho a chilenos concretos y el fraude al Estado realizado por Pinochet y su entorno con la construcción de la panamericana en el extremo sur, que destacó como logro de la dictadura el general Cheyre. Esa declaración del actual jefe del ejército es desatino.
Pinochet es rasca, qué duda cabe, pues los presidentes de la derecha tenían dinero y no robaban personalmente al Estado. El despojo al país era meganegocio. Otra dimensión.
El vinculo de Pinochet en las platas personales depositadas en decenas de cuentas se sigue investigando. Entretanto, cual pachá, aún dispone de 60 servidores financiados por el Ejército, gasto autorizado por el gobierno de Frei. No hay límites para la decencia.

El proceso a los Pinochet demuestra que aún quedan enclaves de la dictadura. Mientras existan seguimos en transición. Por eso me parece desacertado el juicio absoluto del Presidente Lagos que con la aprobación de un trámite de reforma constitucional en el Senado haya terminado la transición.
Mientras la democracia no pueda expresarse electoralmente y la justicia tema procesar directamente al dictador y sus cómplices seguimos en transición. En tanto no se desmonten las estructuras ideológicas de las Fuerzas Armadas y se apague para siempre la simbología del régimen militar no hay término de la transición hacia un régimen plenamente democrático, no cautivo del poder uniformado.
Sin embargo, sería ceguera política no ver la importancia de estas reformas. En primer lugar pone término a los senadores designados, aunque la correlación de los designados, de haberse mantenido, no habría sido la misma que consideró Pinochet. Si la derecha la aprobó es porque ahora le conviene. En todo caso, como valor general, prevalece la desaparición de este anacronismo antidemocrático.
Es también un retorno al sistema que los militares destruyeron en 1973 que el presidente de la república pueda designar y remover a los comandantes de las Fuerzas Armadas. También reducirán la influencia política de los uniformados los cambios en el Consejo de Seguridad Nacional.
Estos enclaves antidemocráticos militares desaparecen, pero se mantiene el sistema binominal que excluye a las minorías, no se produce el reconocimiento constitucional de los pueblos aborígenes, ni tampoco se avanza en garantizar explícitamente los derechos humanos.
Estas reformas son el resultado de negociaciones entre el gobierno y los partidos de la derecha, en cuyas filas se ubican los autores de la constitución impuesta por Pinochet. Naturalmente no hubo debate político público, tampoco participación de las organizaciones sociales.
Paralelamente a la aprobación del trámite de las reformas se advierten enormes retrocesos en relación a mantener una política coherente de justicia en relación a las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura. Estos hechos pueden ser parte de la misma negociación con la derecha que expresa el punto de vista militar.
El indulto presidencial al asesino del dirigente sindical,Tucapel Jiménez, y la propuesta al Senado para que nombre como ministro de las Corte Suprema a Rubén Ballesteros así lo indican. Ballesteros ha votado siempre a favor de Pinochet y sus cómplices.
Al parecer el gobierno nuevamente cede ante la presión del sector de la derecha y de las fuerzas armadas que son su brazo militar. Muchos si no todos los altos oficiales militares son militantes oficiosos de la UDI. Siempre que un alto jefe militar pasa a reserva y expresa públicamente sus opiniones políticas, representa a la derecha.

REFUNDAR LAS FUERZAS ARMADAS

La situación descrita implica una tarea obligatoria que no aparece en los anuncios de ninguno de los candidatos presidenciales. La necesidad de refundar el Ejército a partir de O`Higgins.Toda la historia posterior a él debe ser revisada críticamente. Para que este Ejército no vuelva a asesinar a compatriotas ni vuelva a defraudar al Estado. Para que no siga inyectándonos odios a los países vecinos el latinoamericanismo debe tener un lugar de privilegio en esa refundación. Quizás lleguemos a celebrar en el bicentenario la liberación de toda la basura ideológica militar-racista que empapa los cerebros simples y/o acríticos de los militantes de la llamada „chilenidad“, invención de la derecha.
Vuelvo al título. Cuando el ejército tortura y mata a sus compatriotas, corrompe sus funciones. Volver a escribirlo no es retornar al pasado. Es insertarse en el presente que predice un futuro incierto, pues aún existen las bases doctrinarias para volver a matar. Además, los profesores de las academias militares son, en su mayoría, derechistas consumados.
La detención de Paul Schäfer, „El Profesor“ de Villa Baviera, o Colonia Dignidad, arrojó nuevos antecedentes sobre los militares. Uno de sus esbirros, Gerhard Mücke reconoció que allí se asesinó a una treintena de chilenos. ¿Antecedentes? Suena tan elegante.
Se encontraron más toneladas de armas en el lugar. Sobre estos arsenales no ha hecho escándalo el ejército. Aún recuerdo las tomas y las explicaciones de cada una de las armas atribuidas, después del golpe del 73, a los arsenales de los izquierdistas. Era tiempos de una televisión que agobiaba.
En concreto: los militares torturaban y mataban en colonia Dignidad, lo mismo que se hacía en todos los cuarteles, confiesa uno de los agentes de la DINA.
Nuevos oficiales se suman a los centenares que se encuentran procesados. Este deber de justicia no se puede terminar con un decreto, como quiere el comandante en jefe del ejército. El contubernio con el gobierno en esa dirección es visible.
Si hay consecuencia judicial ahora deberán caer más peces gordos: el entorno de Pinochet, sus ministros, uniformados y civiles, los integrantes de la Casa Militar, los Agregados Militares...
La corrupción de Pinochet, su esposa, sus hijos, otros parientes, sus íntimos fue ejecutada dentro del contexto militar. Los beneficiados por la corrupción fueron también muchos militares, de alto rango. Basta revisar los cargos y sueldos de los que disfrutan quienes fueron sus ministros y autoridades de la época. De generales a coroneles. Y de los beneficios de la ley del cobre, reformada por el régimen militar para garantizar provilegios a los uniformados. Todo este cuadro, y mucho más, conforma la corrupción del ejército chileno y la necesidad de refundarlo con valores humanos.

Ahora la derecha política, cuya progenitura del régimen militar es indudable, separa aguas y formula tibios rechazos.
El general ® Rafael Villarroel, pinochetista, ha dicho: „yo me acuerdo que no hace mucho tiempo habían muchos que estaban haciendo cola para sacarse fotos con el general Pinochet, y en el gobierno militar muchos de ellos nacieron y lograron la posición que ostentan ahora, tanto económica como política“.
El vínculo político de la corrupción militar con la derecha es visible. Los senadores designados son la peor expresión de este vínculo. El almirante en retiro Jorge Arancibia, senador de la UDI, fue explícito en su apoyo a los Pinochet.
El circo anuncia nuevas funciones: el general Pinochet, declarado enfermo mental varias veces, rechazada la enfermedad otras tantas, hace pública una carta que no podría haber escrito ni firmado un demente.
Dice ahora que asume toda la responsabilidad por los hechos que investiga el ministro Muñoz. No sólo el general Manuel Contreras le ha enrostrado su cobardía al dejar abandonado a sus „colaboradores“. Incluso sus más fieles cómplices han dicho que por qué no dijo lo mismo para defender a los 300 militares hoy procesados...
Como piedras muertas han caído los mitos militares referidos al honor, la austeridad, la valentía, etc. Sobrevive la moral de Cambalache: „Qué falta de respeto, qué atropello a la razón, cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón...“

 

Miguel Gómez S.
primera semana, septiembre, 2005

 

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