No
creo que Pinochet haya corrompido sólo al Ejército, su dictadura
corrompió todas las instituciones del Estado. Pero sería
falso exagerar su rol, pues Pinochet nació y se desarrolló
dentro del Ejército, en un contexto que representaba ya un proceso
de corrupción institucional.
El proceso al clan Pinochet es el proceso al Ejército y las Fuerzas
Armadas. No sólo a quienes impusieron y participaron del régimen
militar sino a las actuales Fuerzas Armadas. A estas instituciones que
callan ante el peor latrocinio de la historia de Chile: fraude al fisco,
evasión tributaria y falsificación de documentos, a los
cuales se sumarán la asociación ilícita y el lavado
de dinero. Este último ilícito normalmente está vinculado
al tráfico ilegal de armas y de drogas.
Los millones de dólares en cuentas secretas, las identidades falsas,
y las maniobras ilegales sirven sólo para personalizar la corrupción
de este militar „portaliano“. La formulación sobre
las Fuerzas Armadas en cuanto a que serían la „última
rerserva moral de la patria“ es motivo de pública irrisión.
La mujer del dictador vestía los ropajes del acendrado catolicismo
y moralismo, brutal antifeminismo, se creyó la dueña del
país y ahora es reconocida judicialmente como cómplice del
robo a cada uno de nosotros, los chilenos; mientras su regalón
fue declarado un peligro para la seguridad de la sociedad.
No hay proporción entre el daño hecho a chilenos concretos
y el fraude al Estado realizado por Pinochet y su entorno con la construcción
de la panamericana en el extremo sur, que destacó como logro de
la dictadura el general Cheyre. Esa declaración del actual jefe
del ejército es desatino.
Pinochet es rasca, qué duda cabe, pues los presidentes de la derecha
tenían dinero y no robaban personalmente al Estado. El despojo
al país era meganegocio. Otra dimensión.
El vinculo de Pinochet en las platas personales depositadas en decenas
de cuentas se sigue investigando. Entretanto, cual pachá, aún
dispone de 60 servidores financiados por el Ejército, gasto autorizado
por el gobierno de Frei. No hay límites para la decencia.
El proceso a los Pinochet
demuestra que aún quedan enclaves de la dictadura. Mientras existan
seguimos en transición. Por eso me parece desacertado el juicio
absoluto del Presidente Lagos que con la aprobación de un trámite
de reforma constitucional en el Senado haya terminado la transición.
Mientras la democracia no pueda expresarse electoralmente y la justicia
tema procesar directamente al dictador y sus cómplices seguimos
en transición. En tanto no se desmonten las estructuras ideológicas
de las Fuerzas Armadas y se apague para siempre la simbología del
régimen militar no hay término de la transición hacia
un régimen plenamente democrático, no cautivo del poder
uniformado.
Sin embargo, sería ceguera política no ver la importancia
de estas reformas. En primer lugar pone término a los senadores
designados, aunque la correlación de los designados, de haberse
mantenido, no habría sido la misma que consideró Pinochet.
Si la derecha la aprobó es porque ahora le conviene. En todo caso,
como valor general, prevalece la desaparición de este anacronismo
antidemocrático.
Es también un retorno al sistema que los militares destruyeron
en 1973 que el presidente de la república pueda designar y remover
a los comandantes de las Fuerzas Armadas. También reducirán
la influencia política de los uniformados los cambios en el Consejo
de Seguridad Nacional.
Estos enclaves antidemocráticos militares desaparecen, pero se
mantiene el sistema binominal que excluye a las minorías, no se
produce el reconocimiento constitucional de los pueblos aborígenes,
ni tampoco se avanza en garantizar explícitamente los derechos
humanos.
Estas reformas son el resultado de negociaciones entre el gobierno y los
partidos de la derecha, en cuyas filas se ubican los autores de la constitución
impuesta por Pinochet. Naturalmente no hubo debate político público,
tampoco participación de las organizaciones sociales.
Paralelamente a la aprobación del trámite de las reformas
se advierten enormes retrocesos en relación a mantener una política
coherente de justicia en relación a las violaciones a los derechos
humanos cometidas por la dictadura. Estos hechos pueden ser parte de la
misma negociación con la derecha que expresa el punto de vista
militar.
El indulto presidencial al asesino del dirigente sindical,Tucapel Jiménez,
y la propuesta al Senado para que nombre como ministro de las Corte Suprema
a Rubén Ballesteros así lo indican. Ballesteros ha votado
siempre a favor de Pinochet y sus cómplices.
Al parecer el gobierno nuevamente cede ante la presión del sector
de la derecha y de las fuerzas armadas que son su brazo militar. Muchos
si no todos los altos oficiales militares son militantes oficiosos de
la UDI. Siempre que un alto jefe militar pasa a reserva y expresa públicamente
sus opiniones políticas, representa a la derecha.
REFUNDAR LAS
FUERZAS ARMADAS
La situación
descrita implica una tarea obligatoria que no aparece en los anuncios
de ninguno de los candidatos presidenciales. La necesidad de refundar
el Ejército a partir de O`Higgins.Toda la historia posterior a
él debe ser revisada críticamente. Para que este Ejército
no vuelva a asesinar a compatriotas ni vuelva a defraudar al Estado. Para
que no siga inyectándonos odios a los países vecinos el
latinoamericanismo debe tener un lugar de privilegio en esa refundación.
Quizás lleguemos a celebrar en el bicentenario la liberación
de toda la basura ideológica militar-racista que empapa los cerebros
simples y/o acríticos de los militantes de la llamada „chilenidad“,
invención de la derecha.
Vuelvo al título. Cuando el ejército tortura y mata a sus
compatriotas, corrompe sus funciones. Volver a escribirlo no es retornar
al pasado. Es insertarse en el presente que predice un futuro incierto,
pues aún existen las bases doctrinarias para volver a matar. Además,
los profesores de las academias militares son, en su mayoría, derechistas
consumados.
La detención de Paul Schäfer, „El Profesor“ de
Villa Baviera, o Colonia Dignidad, arrojó nuevos antecedentes sobre
los militares. Uno de sus esbirros, Gerhard Mücke reconoció
que allí se asesinó a una treintena de chilenos. ¿Antecedentes?
Suena tan elegante.
Se encontraron más toneladas de armas en el lugar. Sobre estos
arsenales no ha hecho escándalo el ejército. Aún
recuerdo las tomas y las explicaciones de cada una de las armas atribuidas,
después del golpe del 73, a los arsenales de los izquierdistas.
Era tiempos de una televisión que agobiaba.
En concreto: los militares torturaban y mataban en colonia Dignidad, lo
mismo que se hacía en todos los cuarteles, confiesa uno de los
agentes de la DINA.
Nuevos oficiales se suman a los centenares que se encuentran procesados.
Este deber de justicia no se puede terminar con un decreto, como quiere
el comandante en jefe del ejército. El contubernio con el gobierno
en esa dirección es visible.
Si hay consecuencia judicial ahora deberán caer más peces
gordos: el entorno de Pinochet, sus ministros, uniformados y civiles,
los integrantes de la Casa Militar, los Agregados Militares...
La corrupción de Pinochet, su esposa, sus hijos, otros parientes,
sus íntimos fue ejecutada dentro del contexto militar. Los beneficiados
por la corrupción fueron también muchos militares, de alto
rango. Basta revisar los cargos y sueldos de los que disfrutan quienes
fueron sus ministros y autoridades de la época. De generales a
coroneles. Y de los beneficios de la ley del cobre, reformada por el régimen
militar para garantizar provilegios a los uniformados. Todo este cuadro,
y mucho más, conforma la corrupción del ejército
chileno y la necesidad de refundarlo con valores humanos.
Ahora la derecha política,
cuya progenitura del régimen militar es indudable, separa aguas
y formula tibios rechazos.
El general ® Rafael Villarroel, pinochetista, ha dicho: „yo
me acuerdo que no hace mucho tiempo habían muchos que estaban haciendo
cola para sacarse fotos con el general Pinochet, y en el gobierno militar
muchos de ellos nacieron y lograron la posición que ostentan ahora,
tanto económica como política“.
El vínculo político de la corrupción militar con
la derecha es visible. Los senadores designados son la peor expresión
de este vínculo. El almirante en retiro Jorge Arancibia, senador
de la UDI, fue explícito en su apoyo a los Pinochet.
El circo anuncia nuevas funciones: el general Pinochet, declarado enfermo
mental varias veces, rechazada la enfermedad otras tantas, hace pública
una carta que no podría haber escrito ni firmado un demente.
Dice ahora que asume toda la responsabilidad por los hechos que investiga
el ministro Muñoz. No sólo el general Manuel Contreras le
ha enrostrado su cobardía al dejar abandonado a sus „colaboradores“.
Incluso sus más fieles cómplices han dicho que por qué
no dijo lo mismo para defender a los 300 militares hoy procesados...
Como piedras muertas han caído los mitos militares referidos al
honor, la austeridad, la valentía, etc. Sobrevive la moral de Cambalache:
„Qué falta de respeto, qué atropello a la razón,
cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón...“
Miguel
Gómez S.
primera semana, septiembre, 2005
|