Comencé
a leer la novela „2666“ del escritor Roberto Bolaño,
de mil 119 páginas, a comienzos de mayo. Entremedio, también
leía la novela de Gabriel García Márquez, „Memorias
de mis putas tristes“, de 112 páginas.
Estoy de acuerdo en que el número de páginas no determina
la calidad, aunque a veces novelas breves, como la de Rulfo, son significantes.
No es el caso de „Memorias de mis putas...“, pues, sin conocer
aún la crítica de género de que fue objeto, no fui
capaz de leerla; en cambio sentí pena al terminar de leer „2666“.
Escribir una novela larga como la de Bolaño requiere de varias
condiciones que el propio autor enumeró en una entrevista: aguante,
capacidad de inventiva, respiración ancha y capacidad de fabulación.
No es lo mismo concebir una casa que un rascacielos, dijo.
Pero sería de una enorme injusticia hacer una comparación
entre uno que se va, y otro que se fue; la única consideración
admisible es que el que se fue, Bolaño, lo hizo en plena capacidad
para seguir escribiendo. Por eso es tan lamentable su deceso, a los 50.
Muchos de quienes lo conocieron, juzgo de lecturas, compartieron el dolor
ante la pérdida de un escritor intelectual. Unico consuelo sería,
quizás, el pensar que es una prueba más de la arbitrariedad
divina.
A fines de mayo, durante tres extrictos y completos dias de vacaciones,
leí la parte segunda, tercera y cuarta. Hace poco leí la
parte 5.
En la novela se advierte
que Bolaño es chileno, aunque tiene algo de mexicano, de español.
Algunos autores consideran que „Los detectives salvajes“,
su obra premiada, es la gran novela mexicana contemporánea. También
debe considerarse que es en España donde se le presta la mayor
atención.
En la novela „2666“ hay expresiones y alguna temática
chilenos. Son las „palabras-almas“ según el decir guaraní.
Para conocerlas y utilizarlas es necesario si no nacer al menos crecer
en el país. El vivió en Chile hasta los 15, y, algunos años
en Valparaíso, desde donde provendría, creo yo, su búsqueda
del mar español.
Bolaño es una criatura requisada por algunos países después
de su muerte pero fue él quien se apropió de algunos rasgos
de esos países. Tengo en cuenta la infernal Ciudad Juarez de „2666“
o la novela Nocturno de Chile que se iba a llamar Tormentas de mierda.
Cuando tuvo los medios financieros para mayores determinaciones se fue
a vivir a una aldea en el norte de España. El definió Blanes
como un pueblo bonito, con aproximadamente 30 mil habitantes, un balneario
no de ricos sino de proletarios. Su casa estaba situada a 30 metros de
la orilla del mar.
La condición nacional de Bolaño fue motivo de consultas.
Le preguntaron si era chileno, español o mexicano. Su respuesta:
„Soy latinoamericano“.
La nacionalidad de una persona se advierte, según el decir de Bolaño,
por el lenguaje, por la memoria, por el vínculo con los seres queridos,
por la representación de valores. Creo no equivocarme al recordar
esta gradación que él, alguna vez, expuso.
Más cariñoso fue en su respuesta acerca de qué es
la patria cuando dice que la única patria son sus dos hijos, Lautaro
y Alexandra. Anadió que, tal vez, pero muy en segundo plano, sean
la patria también algunos instantes, algunas calles, algunas escenas
o rostros o libros que están dentro de él y que algún
día olvidará, que es lo mejor que uno puede hacer con la
patria, aseguró. Olvidarla.
Aclaro que sólo me refiero a su discutible condición chilena
para representar un cierto orgullo de ser connacional, de ser latinoamericano.
Bolaño tiene
una enorme capacidad de fabulación, brilla en la creación
de personajes. En la primera parte de la novela los protagonistas principales
son una británica, un italiano, un alemán, un español,
entre otros. Cuatro críticos literarios unidos por la erudición
y la admiración hacia el mejor escritor alemán del siglo
XX, Benno von Archimboldi.
La búsqueda del desaparecido escritor los induce a aterrizar en
Santa Teresa, ciudad mexicana de frontera donde les rozará la informacion
de crimenes de mujeres. En Santa Teresa (Ciudad Juárez) conocen
a un profesor chileno de Filosofia, Amalfitano, presentado por el rector
de la Universidad, como especialista en Archimboldi. Este profesor, mal
vestido, les pareció a los críticos un náufrago,
un fracasado, un melancólico, un triste. Esta opinión de
los críticos cambia cuando conocen que Amalfitano tradujo en Buenos
Aires, en 1974, „La Rosa ilimitada“ de Archimboldi.
Le preguntan que hacía él en 1974 en Buenos Aires.
Contesta que estaba en Argentina por causa del golpe de Estado en Chile,
en el ‘73, el cual lo obligó a emprender el camino del exilio.
Cuando es compadecido por Norton, la especialista inglesa, él dice
que ahora ve el exilio como un movimiento natural que contribuye a abolir
el destino.
Otro de los críticos le dice que el exilio está lleno de
inconvenientes, saltos, rupturas....Amalfitano responde que en eso radica
la abolicion del destino.
A mi me parece que Bolaño, quizas hasta el último día
de su vida, fue un exiliado, aunque no regular. Pues hay un exilio normado
como castigo que se manifiesta mediante huída para no ser torturado
o asesinado o por expulsión, con lo cual el poder evita escándalos
de muertes... Y hay otro exilio, que puede devenir del primero, interior,
también forzado, aunque voluntariamente decidido en alguna medida,
sobre el cual operan otras leyes, si es que las hay. En este exilio, más
bien interno, no se sufre continuamente la ausencia física y social
del país perdido, sino la presencia del país habitado.
El escritor chileno murió en un hospital de Barcelona. No lejos
del mar, mar como identificacion de lenguaje, memoria y sentimientos.
En ocasiones no es triste morir, es alivio; pero, tal vez, sea siempre
más triste el morir afuera.
Usted puede leer hasta ahí y quedar tranquilo. La novela, digo.
Tranquilo en el sentido
de que la primera parte de la novela es una historia que puede darse por
terminada. Los protagonistas, en medio de zozobras, han entrelazado y
profundizado sus relaciones. El hilo narrativo de fondo está insinuado.
Los críticos escuchan que allí se cometen crímenes
de mujeres. Aparece Rosa, la hija de Amalfitano cuya presencia crecerá
en la segunda y tercera parte.
La segunda parte, la más breve, trata del profesor chileno y, como
lector, tengo derecho a pensar que Amalfitano tiene algo de Bolaño.
Y creo, además, que Amalfitano o Bolaño o ambos manifiestan
un leve resentimiento hacia Chile. Es más, estoy seguro que toda
persona forzada a vivir afuera, echada de su casa, puede tener ese sentimiento.
Pero aclaremos, hay un cierto resentimiento hacia aquellos que ejecutaron
el exilio. Y quizás con sus cómplices. En todo caso Amalfitano
es un filósofo y un jugador que pone nuevas cartas sobre la mesa.
Bolaño también.
La tercera parte tiene como protagonista principal a Fate, un periodista
norteamericano, negro, que llega a Santa Teresa para reportear un combate
de boxeo.. El encargo le cayó a Fate porque estaba cerca de la
frontera mexicana y porque el redactor deportivo de su publicación
había sido asesinado. Conoce a Rosa, la hija de Amalfitano en una
atmósfera de narcotráfico cruzada por los asesinatos de
mujeres. Fate indaga.
La cuarta parte trata los crímenes de mujeres. Desde 1993 hasta
1997. Una investigación acuciosa nos muestra un crimen tras otro.
No aburre, enoja, exaspera; un par de veces no pude evitar lanzar el libro,
ponerme de pie y gritar ¡hasta cuándo, Bolaño! Si
su deseo era producir una reacción airada ante los crímenes
diarios de aquí y de allá, lo consigue plenamente. No cede.
El describe cada hallazgo, el lugar donde la mujer fue encontrada, los
despojos de la ropa que vestía o no, el estado físico en
que quedó... espeluznante. Entre medio se mueven policias, periodistas,
sospechosos, criminales, abogados, autoridades, etc. La trama continua
imparable. Si dijera fascinante estaría tocando fondo.
Como orientación a mis posible lectores recordaré que alguna
vez le preguntaron a Bolaño cómo era el infierno y él
contestò: --Como Ciudad Juárez, que es nuestra maldición
y nuestro espejo, el espejo desasosegado de nuestras frustraciones y de
nuestra infame interpretación de la libertad y de nuestros deseos.
La última parte,
que nos retrotrae a la primera, es la historia del escritor buscado: Benno
von Archimboldi. La lectura se inicia a carcajadas. Pero la atmosfera
se espesa: Hans Reiter, el personaje principal, nacido en 1920, es alemán,
y participa en la segunda guerra mundial, en el ejército nazi.
Cuando la novela se traduzca, si no hay un escándalo no será
por falta de sensibilidad, habrá seguro muchos interiores. La guerra
produce miserias humanas diarias brutales; algo parecido sólo había
leído en una novela de Ivo Andric, y vivido y sufrido en los primeros
años de la dictadura de los militares chilenos.
Pero sería erróneo confundir la novela con la realidad diaria
de los noticieros de televisión. La novela trata de lo que está
detrás de los rostros, de las bombas, del amor, de los incendios,
de la literatura, de las muertes...
Ademas de Hans están sus padres, su hermana, sus amigos, sus lecturas,
y todos crecen, muchos envejecen, termina la guerra, sigue la vida, en
México empieza la matanza de mujeres. La mayoría de las
víctimas son obreras maquiladoras o putas.
Un tema del presente: hace poco el presidente de México ha afirmado
que esos crímenes fueron aclarados, están detenidos, dijo,
los asesinatos. Las organizaciones de mujeres mexicanas rechazan la afirmación
presidencial. Manu Chao participará el 18 de septiembre próximo
en Ciudad de México en un concierto por la vida de las mujeres.
Su canción sobre Tijuana es marco adecuado al ambiente de la novela
de Bolaño.
Los crímenes
de centenares de mujeres en la zona fronteriza de México está
en los cimientos de la novela „2666“. Las cinco partes de
la novela o las cinco novelas convergen hacia Santa Teresa. Los personajes
de todas las novelas caminan, corren o vuelan hacia esa ciudad creando
los acontecimentos.
Los asesinos probables o seguros provienen de la guerra, de ideologías
que dividen a los seres humanos en buenos y malos, o de aquellos seres
reflectivos de la podredumbre de arrriba, la oficial, mientras se pudren
abajo... representantes de ese segmento lo tenemos, naturalmen te, en
nuestro país, en cada país... en nuestro caso hay una caterva
de pillos de uniforme y de civil, que actuaron en la dictadura, que sobrarían
para hacer un Museo del Crímen más completo y feroz que
el de Viena. Ahí está nuestro infierno, chilenito, maldición
y espejo, nuestra Ciudad Juárez, con sus asesinos que se pasean
por las calles, ocupan asientos parlamentarios, son jefes de firmas privadas,
sólo algunos son indagados. Publicar sus nombres ha sido prohibido.
Debemos esperar que se pudran bajo tierra, 50 años.
La novela de Roberto Bolaño representó una conmoción
que me hizo preguntarme por qué y quien nos arrebató un
escritor que aún nos podía haber contado tanto sobre la
vida. Un escritor intelectual no abunda, porque muchos funcionan con la
música que interpreta el gran poder o los poderes rascas. Es posible
que de esa interpretación derivaran los problemas en sus relaciones.
El funcionar externa, públicamente, con la verdad interior que
se codea con la realidad produjo otras querellas . Creo que Bolaño,
quizás gran parte de su vida, vivió con y para la verdad
hecha literatura. Eso me induce a afirmar que “2666“ es una
obra maestra, una rareza en la literatura nacional, aunque no estoy seguro
si en este caso sea apropiado emplear este concepto, el de nacional.
Miguel
Gómez S.
mediados julio, 2005
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