Cuando leí que el tribunal penal de Angol ha condenado
a otro mapuche a 10 años de cárcel por „incendio terrorista“,
pensé que es tan grande la injusticia que no es posible callar.
Otros mapuches tuvieron el mismo castigo. Son 16 los dirigentes mapuches
acusados y condenados. El incendio recae, dicen los que acusan, en la
Ley que penaliza las conductas terroristas. Juan Carlos Huenulao habría
incendiado un fundo de la empresa forestal Mininco. Los condenados exigen
el reconocimiento de los derechos del pueblo mapuche y, naturalmente,
el territorio del cual fueron despojados.
¿Cuántos incendios terroristas ordenó el gobierno
y ejecutó el ejército chileno en contra de los mapuches?
El protocolo de un documento oficial asegura que aproximadamente 2000
casas mapuches fueron incendiadas! En una jornada. Hubo muchas otras.
Porque hubo genocidio.
El siguiente es un documento oficial:
„Memoria
del Jeneral en Jefe del Ejército de operaciones
De la alta frontera
Santiago, julio 14 de 1869
»Seria
mui dificil formar un cálculo de las pérdidas sufridas por
los indios; incendio de 2,000 casas próximamente, la mayor parte
bien provistas de cereales i otros artículos para la subsistencia;
consumo de animales vacunos en rancho de las tropas expedicionarias; caballos
i yeguas cedidas a los cívicos de caballeria e indios amigos en
premio de sus buenos servicios; i ganado lanar muerto con motivo de las
dificultades que ofrece su arreo en largas distancias.
»Al
tomar la ofensiva en la guerra, se me presentaban dos métodos únicos
en emprenderla con provecho: obrar en el territorio enemigo con un fuerte
ejército o destacar divisiones poco numerosas, con el objeto de
llegar de improviso al punto donde iban mandadas. La elección de
uno u otro sistema ha dependido de las circunstancias: tratándose
de cortas espediciones a lugares no mui poblados ni distantes, me ha parecido
preferible mandar fuerzas reducidas, que haciendo sus marchas durante
la noche pueden caer de sorpresa y regresarse ántes que los indios
alcancen a reunir las fuerzas necesarias para impedirles la vuelta; pero
en los casos de espediciones a mucha distancia, para cuya realizacion
se necesita emplear varios dias, han marchado las tropas suficientes para
repeler toda agresion, sin prejuicio de destacar diivisiones, cuyo número
se calcula segun las circunstancias, para conseguir mejor el objeto que
llevan en vista.
»Las
divisiones numerosas pueden recorrer toda la Araucanía sin peligro
porque el enemigo huye a su aproximacion; pero al mismo tiempo, si se
reduce a obrar siempre unidas, los resultados de su escursion son completamente
nulos, porque los indios observan de lejos sus movimientos y solo encuentran
a su paso casas desocupadas. Para que estas espediciones sean felices,
es indispensable mandar fuerzas en todas direcciones a fin de evitar que
los enemigos como tienen costumbre de hacerlo, sigan al ejército
i ocupen con sus familias y ganados los lugares que acaban de recorrer.
Para comprender esta estratajema de los araucanos, conviene tomar en cuenta
que, aun conduciendo sus ganados i familias, hacen sus marchas con mayor
celeridad que la ordinaria de las tropas.
»He
puesto el mayor empeño i tomado las medidas posibles de precaucion
con el objeto de sorprender partidas organizadas de indios, encontrando
siempre el inconveniente insuperable de la mas esquisita vijilancia; se
ha conseguido tomar de improviso a los habitantes de casas cayendo sobre
ellas en la noche o la madrugada, i aun estos casos han ocurrido rara
vez; pero las sorpresas intentadas contra araucanos reunidos, nunca han
producido resultados felices. Los salvajes, aleccionados por su larga
esperiencia en la guerra, construyen de ordinario sus ranchos pajizos
contiguos a sus grandes i numerosos bosques accesibles solo por estrechísimas
i tortuosas veredas transitables con frecuencia únicamente de a
pié.
»Las
dificultades con que se tropieza a cada paso en una guerra tan escepcional,
hacen imposible terminarla en un corto espacio de tiempo, i justifican
el sistema de privar a los indios de sus recursos, empleado por cuantos
jefes ha habido en la frontera, como el unico medio de traerlos a la paz«.
José
Manuel Pinto
Señor Ministro de Estado en el departamento de la Guerra“
SOMETER,
REDUCIR, ANIQUILAR
Este informe forma parte de la Memoria del general
en jefe del ejército de operaciones en la Alta Frontera, José
Manuel Pinto. Está dirigido al Ministro de la Guerra. El contenido
es claro.
Se presume obvio que el divulgar parte de esta Memoria no es para justificar
los incendios de este siglo. Ni menos los del gobierno y el ejército
que conformaron una política terrrorista de Estado en contra del
pueblo mapuche.
Los mapuches fueron objeto en Chile, en la segunda mitad del siglo XIX,
de una guerra de exterminio. Se trató de una „limpieza étnica“.
La esencia de esa guerra fue racista, pues fue hecha por los „civilizados“
en contra de los „salvajes“.
Naturalmente que los conceptos fueron elaborados en Europa. Pues la „cultura
chilena“ es maestra de la copia. Desde que los „salvajes“
descubrieron las naves de Colón fueron objeto de atención
de los civilizados. Algunos ejemplares fueron llevados. Se sumaron a los
productos africanos humanos exóticos.
Los objetivos de la guerra en Chile eran anexionar los territorios mapuches
ubicados en la Araucanía y someter a la población aborigen
a las leyes chilenas. Para lograr esas metas el gobierno se propuso reducir
a los sobrevivientes a la sumisión. Poco se reparó en los
medios como lo explica en su informe el general Pinto. Y la tierra conquistada
mediante la guerra fue entregada a los „superiores“: los europeos,
como lo escribió el general y presidente Bulnes para fundamentar
el inicio de la colonización.
Un círculo perfecto: los europeos crean y establecen la diferencia
entre salvajes y civilizados, los gobiernos chilenos la hacen suya para
fundamentar la guerra y las tierras se entregan a los civilizados, o sea
los europeos. Más perfección, sólo la intentó
Hitler.
En las primeras cinco líneas el general Pinto informa que no sólo
se incendiaron alrededor de 2 mil casas mapuches sino también se
quemaron los cereales y todo medio de subsistencia. Se destruía
todo lo necesario para la vida humana. Se buscaba aniquilarlos. No hay
otra interpretación posible.
Además el gobierno y el ejército se robaban los animales
vacunos y los utilizaban para alimentar a la tropa. Los caballares los
repartían entre ellos y los amigos. Como el ganado lanar no lo
podían trasladar, lo mataban. Los corderos y ovejas muchas veces
fueron desbarrancados.
La forma preferente utilizada en la guerra era el ataque por sorpresa.
Nada nuevo, los españoles lo habían empleado siempre. Hernán
Cortés, fue el maestro de la traición y el asesinato de
madrugada.
Es importante la aclaración que hace el general Pinto: el incendio
de los ranchos y de sementeras fue empleado por todos los jefes que operaron
en la Frontera. Su predecesor fue el coronel Cornelio Saavedra, que figura
en la lista de „héroes“ del ejército.
LA
IMPORTANCIA DE LA MEMORIA
La guerra contra los mapuches forma parte de los
silencios de la historia de Chile. Se mantiene oculta. Y debe ser conocida
porque así los chilenos comprenderán los porqué de
las reclamaciones mapuches. „Nuestra“ historia está
recargada de acentos e himnos militares, llena de silencios sangrientos.
Pletórica de racismo decimonónico y siglo veinte. Y seguimos
adelante...
Los gobiernos que sucedieron a la dictadura de Pinochet no han resuelto
las demandas mapuches. Mucho se ha discutido en honorables comisiones,
pero la población mapuche sigue discriminada y como el sector más
empobrecido del país.
Tales son las causas de las acciones que se atribuyen a los mapuches,
condenados por „incendios terroristas“. Si hubiera justicia
habría que aplicar la ley antiterrorista al Estado chileno que
incendió miles de casas y siembras mapuches. Sin siquiera considerar
los crímenes y las secuelas de la guerra. La peor consecuencia
es que todos los no mapuches se sintieron autorizados para seguir saqueando
sus pertenencias, para suprimir sus creencias, para aplastar su cultura,
hasta su lenguaje.
En consecuencia lo mínimo que debe hacer el Estado es atender las
demandas de los aborígenes. Y no seguir encarcelando.
La publicacion de los documentos de la guerra sirven también para
conocer el rol de los gobiernos y del ejército chilenos. Es legítimo,
en este sentido, asociar a ese ejército de la segunda mitad del
siglo XIX con el actual. Centenares de oficiales están bajo proceso.
Dígase lo que se diga el ejército chileno es ejecutor de
dos genocidios: el del pueblo mapuche, y el de un grupo nacional, el allendismo.
En ambos casos cabe la definicion oficial de genocidio de Naciones Unidas,
pues se trató de „destruir, total o parcialmente, a un grupo
nacional, étnico, racial o religioso, como tal“.
Como resultado de las actuales presiones militares, los jueces están
cerrando sumarios y, en esencia, derivando hacia la impunidad. La impunidad
significa que en el futuro los militares pueden volver a matar a sus propios
compatriotas.
El romper de los silencios también permite conocer la esencia política
de la derecha. Esa esencia consiste en que para la derecha es más
importante el derecho de propiedad (la suya) que el derecho a la vida.
Eso lo dijo Thieme, que bien los conoce.
INCONGRUENCIA
BICENTENARIA
Parte
de la cultura oficial parece circo pobre. Con motivo del Bicentenario
han convocado a los chilenos a escribir sus sueños. Esta vez debemos
copiar a los „salvajes“.
Los convocantes quieren que celebremos el Bicentenario contando sueños,
como si nuestra realidad fuera la que vivió el pueblo mapuche en
sus peores momentos históricos: aquellos en que sólo pudo
soñar, porque la realidad apestaba.
Le copian parte de su cultura mientras los encarcelan. Incongruencia bicentenaria.
Por qué mejor no piden la libertad de todos los mapuches presos
de una justicia que, al mismísimo tiempo, libera a uniformados
conectados a la peor forma del terrorismo, el de Estado.
Un gobierno constituido, que avanza hacia la democratización, debería
convocar a debates destinados a establecer una relación relativamente
más auténtica con la historia chilena. No sólo por
un ajuste necesario con la tradicion manipuladora, sino porque aún
se mantiene la discriminación y el racismo.
Recuerdo haber leído, no en el siglo XIX, sino hace poco en las
actas del Senado la intervención de un senador de derecha relativa
a la cuestión indígena. Este senador designado, militar
por añadidura, de apellido Canessa, se preguntaba con inocencia
conmovedora, cómo este pueblo, el mapuche, podía ser tan
apocado, tan humilde.
¿Alguien puede creer que un general de la república sea
un ignorante de las formas que tuvo la guerra contra los mapuches en los
años 60, 70 y parte del 80 del siglo XIX?
Como se trata de un general formado bajo la dictadura de Pinochet, y participante
directo de esa admistración, lo creo perfectamente posible. Sólo
hay que sumar o combinar ignorancia y cinismo.
Para lograr la sumision se usó el armanento más moderno
del período. Fusiles de repetición, cañones Krupp.
La misma firma que suministró de armamento a los nazis. Sigue en
funciones. Muy poco espacio tiene lo casual en la política.
Miguel
Gómez S
3,
5,'05
|