Así como existen estrategias, políticas y recursos para mantener la memoria sobre determinados hechos, existen también mecanismos similares para producir olvido.
Deben mencionarse, además, las astucias y manipulaciones para el mismo objetivo: controlar la memoria y el olvido.
En caso clásico en “nuestra historia” y en la “tradición chilena” fue la guerra contra el mapuche nombrada Pacificación de la Araucanía.
Tanto “nuestra historia“ como “tradición chilena” los escribo entre comillas pues son conceptos discutibles. Sólo aquella parte que gobernó en las instituciones puso nombres y ordenó el recuerdo y el olvido.
Ese poder nos adjudicó el recuerdo y el olvido a través de la escuela, de los diarios, de los discursos políticos, de determinada literatura “patriótica” en elogio a las guerras en las cuales “fuimos” vencedores.
Ese mismo poder nombró la Avenida 11 de Septiembre, fecha que representa en la historia de Chile crímenes de lesa humanidad. El mismo poder yergue una estatua a uno de los principales intelectuales y políticos del terrorismo de estado, Jaime Guzmán Errázuriz. Subrayo los apellidos.
En relación al tema de la memoria y el olvido creo que actualmente se desarrolla un proceso en el cual están involucrados parte de la jerarquía de la iglesia católica y el gobierno de Sebastián Piñera.
El objetivo es liberar a uniformados que perpetraron crímenes contra la humanidad.
La oportunidad de esta maniobra la ven en los fastos del Bicentenario y la posibilidad de un indulto para muchos sino todos los uniformados procesados por graves violaciones a los derechos humanos.
El discurso del poder acerca de la unidad nacional y la unidad de la familia chilena del actual presidente de la república tienen, también, ese alcance.
Pues si algo hemos aprendido de la experiencia del golpe de estado y de la dictadura es que en política la ingenuidad se paga a precio muy alto.
Ya el cardenal, Francisco Javier Errázuriz y el presidente de la Conferencia Episcopal, Alejandro Goic, entregaron al presidente Piñera el proyecto de indulto carcelario del Bicentenario.
Este proyecto fue elaborado por la Capellanía Nacional Católica de Gendarmería con participación de abogados.
No me refiero ni critico que se preparen indultos a reos comunes, sino a los militares condenados en distintas causas por atentados a los derechos humanos.
El capellán nacional, Jaime Nawrath, ha admitido que militares bajo esa condición han conversado con él.
Dijo que su posición y la del documento es que el indulto sea “abierto”.
Afirmaciones textuales del capellán:
--Creo que hay gente que pagó con creces y merece estar libre.
--Así como el delincuente tiene que pedir perdón por sus pecados, la sociedad tiene que perdonar.
--El documento que se presentó al presidente de la república es claro: todos deberían recibir el indulto.
Tales son las declaraciones, que ejercen la función de enmascarar la realidad, del encargado de preparar el indulto a uniformados.
La Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos en la carta pública enviada, en mayo, al cardenal, Francisco Javier Errázuriz, establece:
“Con seguridad usted sabrá que de las 5.000 victimas ocasionadas por la persecución y represión ejercidas por la dictadura, sólo 344 causas se encontraban abiertas hasta fines de febrero pasado, por desapariciones, torturas, inhumaciones ilegales y ejecuciones. Por estos procesos han sido encausados 782 militares y civiles, procesados y sentenciados por crímenes contra la humanidad y conocerá también, que solo 62 de ellos se encuentran en “prisión” en cárceles especiales -lo que constituye una discriminación que afecta la dignidad de los otros presos por los cuales aboga la petición de indulto-, y que también hay 156 condenados que duermen tranquilamente en sus casas, sin responder por sus crímenes con un solo día de cárcel. Eso violenta a cualquier persona que solamente exige justicia y recibe impunidad por respuesta.
La mayoría de los autores intelectuales y materiales de los crímenes, sus cómplices y encubridores siguen aún libres sin responder por sus actos. Un indulto para algunos de los pocos condenados sería una nefasta señal para la continuidad de los casos aún pendientes, entre ellos, los más de mil cien casos sin resolver que nos afectan como agrupación”.
Creo que es de interés situar esta maniobra de indulto para uniformados en el actual contexto político chileno de junio.
Es visible que la derecha pinochetista planea, dentro y fuera de gobierno, intensificar el proceso de legitimar su versión sobre lo que fue la dictadura militar.
Las declaraciones de José Piñera, ex ministro de Pinochet y hermano del presidente, señalan algunas orientaciones para establecer en el imaginario social y político la memoria fascista.
Una de éstas vías es desacreditar el gobierno y la figura del Presidente Allende cuestión que formuló al realizar la torpe analogía con Hitler.
El diputado de la UDI, Enrique Estay, fue claro: “Es hora de que nuestros diplomáticos empiecen a contar al mundo una versión completa sobre el 11 de septiembre y sobre el gobierno militar...”
La UDI y muchos dirigentes de Renovación Nacional mantienen el discurso de reafirmación y justificación de la política de la dictadura, o sea de los crímenes contra la humanidad.
Ejemplo reciente ha sido el apoyo a las declaraciones del carcamal derechista, Miguel Otero, al diario “Clarín” de Buenos Aires, que significaron su salida como embajador de Chile ante Argentina.
El senador Alberto Espina y los dirigentes de la UDI “solidarizaron” con Otero y la memoria fascista expuesta por él en el diario trasandino al defender el golpe y la dictadura de Pinochet.
Esta arremetida pinochetista ha complicado las relaciones del presidente, Sebastián Piñera, con su base electoral, pues él, durante la campaña, buscó distanciarse de la dictadura militar al mismo tiempo que prometía, bajo cuerda, “acortar” las condenas y aliviar a la “familia militar”.
El acreditado vocero del pinochetismo, ex columnista de El Mercurio, Hermógenes Pérez de Arce, remarcó la posición indefinida de Piñera sobre la dictadura militar. “El sabe, dijo, que la mayoría de sus partidarios piensa distinto a él sobre lo que sucedió en Chile”. Y le auguró nuevas complicaciones por esta supuesta o real “indefinición”.
Entretanto organizaciones de militares en retiro públicamente exigen a Sebastián Piñera que cumpla el compromiso asumido en relación con liberar a quienes cumplen penas o están procesados. Sostienen que esos uniformados salvaron a Chile.
Bajo este cuadro se insertan las intenciones de la jerarquía de la iglesia católica de buscar el indulto “abierto” y “para todos” pues la sociedad debería perdonar a quienes se arrepienten de sus pecados.
¿A qué delincuente de la dictadura militar va a perdonar “la sociedad” si ninguno ha reconocido sus “pecados”?
¿Acaso la iglesia se va a sumar a la estrategia de la derecha pinochetista?
Sería una señal nefasta, como bien dice la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos
Miguel Gómez S.
Junio, 2010.