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De Pacificación a Pacificación:
¿QUE HAREMOS? REFUNDAR EL EJERCITO, PRESIDENTE

Bicentenario / 5
foto: http://www.angelfire.com/rnb/17m/Allende/caidaallende.html

  

El presidente, Ricardo Lagos, se preguntaba qué haremos para que nunca mas estos hechos ocurran en Chile al recibir el agregado al Informe sobre Prisión Política y Tortura en cuyas listas figuran 87 menores de 12 años, incluso guaguas, que sufrieron tal represión de la dictadura.
Los recientes hechos relacionados con la esfera militar ameritan la necesidad moral y política de refundar el Ejército y las instituciones armadas. La tragedia de los conscriptos, la descomposición de Pinochet, el último documento del general ® Manuel Contreras, refuerzan este objetivo. Refundar el Ejército significará, al menos, proponerse evitar una nueva „Pacificación“.
Pinochet y Manuel Contreras son militares representativos de la institución . Su formación doctrinaria expresa el reflejo activo del contexto en el que debieron actuar, también representan algunas „esencias“ de la ideología militar estructurada desde el establecimiento de la república. La cúspide de este esencialismo es el racismo militarista.
Contreras en su documento afirma que „la Patria“ le demandó „proteger“ al pueblo chileno y le obligo a la adopcion de medidas en extremo severas y muchas veces violentas. Estas medidas eran necesarias de aplicar para el logro de la Pacificación Nacional. Eso ha dicho.
El mundo y Chile conocen el horror de las „medidas“ pacificadoras de las cuales no se no salvaron ni niños ni mujeres embarazadas, como se conoce del Informe Valech.

El concepto de Pacificación, empleado por el Director Ejecutivo de la Dina, es revelador de la formación militar. Podría aseverarse que la historia de la republica va de Pacificación en Pacificación. La Pacificación de la Araucania en el siglo XIX, la Pacificación Nacional, en el siglo XX. Muchos nos esmeramos en evitarle a nuestros descendientes la pacificación del siglo presente.
Una persona informada sabe que los contenidos de una Pacificación tiene al menos un aura terrorifica. La acción del pacificador y de la pacificación va de la mano con el empleo del terrór.
En el caso concreto de nuestra historia lo acontecido no puede ser más contundente: la pacificación de la Araucanía fue genocidio configurado, la Pacificación nacional de la dictadura de Pinochet fue otra matanza de nacionales.
La semejanza determinante es que ambas pacificaciones fueron ordenadas por las oligarquías en el poder, conservadora, liberal, de derecha; el brazo ejecutor de ambas pacificaciones es el ejército. La extrema crueldad es similar. Los objetivos fueron someter, reducir a los „salvajes“ en una, liquidar al „criminal enemigo de Chile“ en la siguiente, como dice el general ® Manuel Contreras.

LA PACIFICACIÓN (I)

La Pacificación del siglo XIX va unida a la Colonización. Se pacificó y se colonizó. Antes de emprender la guerra ya el presidente Bulnes, militar ante todo, disponía los primeros pasos hacia la colonización. El argumento era civilización versus salvajismo. Reducir a los salvajes y promover la colonización con los europeos que eran considerados de superior condición; racial, por supuesto. Ese racismo será parte de la conciencia nacional hasta el presente. Es obvio que hay corrientes opuestas, pero no son dominantes. El pueblo mapuche sigue discriminado.
Creo que la colonización no significó en absoluto cubrir las expectativas de quienes la promovieron y realizaron. Los colonos recibieron el botin de la pacificación, pero no les bastó. Devoraron tierras. Y nació el huaso, ese figurín de postal, bruto en esencia, latigador de los campesinos. Muchos de sus descendientes se hicieron profesionales y participaron del siguiente genocidio. El segundo personaje pergenado fue el inquilino, sumido en perpetua miseria. Fue tal la incapacidad de los colonos y el fracaso de la colonización que en los sesenta la izquierda, la iglesia y la democracia cristiana, ¡hasta alessandri! levantaron las banderas de la reforma agraria. Los libros escritos sobre el supuesto éxito de la colonización no tienen nada que ver con la realidad. Es un engaño configurado.

LA PACIFICACION (II)

La Pacificación Nacional ordenada en 1973 es cercana. Muchos protagonistas aún viven. Tiempo después me pregunto quiénes fueron realmente los vencededores de esta pacificación.
Si miramos las perdidas humanas, es claro. Friamente, Contreras, cuenta los lanzados al mar. Allá en tambores encementados. Acá atados a rieles. Hay muchas pérdidas que lamentar.
Sin embargo, hoy muchos vencedores le sacan brillo a los pasillos de los tribunales. Contreras busca lucir consecuente con su condición terrorista. Le enrostra el deshonor y la poca hombría a Pinochet. El exdictador y su familia están con la corrupcion hasta el cuello, asfixiante. La derecha, más astuta, se polvorea diariamente para ganar apariencia. Algunos hieden bajo ropajes de designados. Lavín, sin embargo, estuvo con Pinochet, hecho innegable. La relación apesta, se cuidan los promotores. Pero muchos ex-uniformados, altos cargos en la dictadura, ocupan puestos bien remunerados. Además el ejército se arregló los bigotes con la ley del cobre. Se apropió de un recurso de todos los chilenos.
Y sigue destinando 60 hombres de sus filas a cuidar colgajos dictatoriales. El hijo del padre asesinado habría firmado el decreto. El general Cheyre, diga lo que diga, no rompe sus ataduras con Pinochet. Trata de adaptarse al nuevo contexto. La palabra clave de este aggiornamento uniformado es „modernización“.
La modernización: ¿Significa un cambio de doctrina? ¿Ya no harán clases a los futuros oficiales sujetos convencidos de la perversidad del marxismo tales como el cura Langlois, alias Ignacio, dispersador de méritos literarios? ¿ Se interrumpirá el flujo anual de oficiales que asisten a los cursos en Estados Unidos? ¿Existirá como norma positiva la desobediencia debida ante órdenes que atenten contra los derechos humanos? ¿Se acabara con la tradición de celebrar guerras y muertes?
Refundar el ejército significa analizar y discutir todo, abrir un debate nacional, dentro y fuera de los cuarteles, y crear una nueva institución.

EL SOPLO EXTERNO DE LA PACIFICACION

La Pacificación Nacional vino soplada desde el exterior. Para una persona informada este aserto esta fuera de discusion. Estados Unidos impulsó el viento que trajo miles de dólares. Los nombres de los receptores son conocidos. Representan una especie inextinguida. Partieron colaborando con los conquistadores.
Si se enseñara la historia latinoamericana en las escuelas se comprendería el carácter de la política estadounidense. Se sabría enseguida qué rol juegan, por ejemplo, los autores del „Manual del perfecto colaborador latinoamericano“. Los adoradores del norte, punto cardinal desde donde siempre llegó lo peór, según la tradición mapuche.
El sector colaboracionista integró al ejército chileno al prusianismo, base desde la cual surgirá el nacismo, y posteriormente al norteamericanismo. Hasta el presente.
Torpeza sería pretender desconocer la necesidad de relaciones soberanas con los Estados Unidos. Inicuo es el tipo de relación establecida a costa de desconocer y hasta repudiar el latinoamericanismo.
La forma de mirar a los peruanos y bolivianos lo dice todo. Los „cholos“ y el „bolivianito“ son conservas militares estereotipadas traspasadas y almacenadas en cerebros acríticos.
Bolivia tiene gas, Chile no tiene: Chile tiene mar, Bolivia no tiene. Una solución racional beneficiaría a ambas partes. Si la senora Alvear hubiera dedicado un año a Perú y Bolivia de los diez que consagró con tanto esmero al tratado comercial con Estados Unidos quizás hubiéramos avanzado.
Y, cholita, una última pildora antiracista para los que sostienen que Bolivia nunca tuvo mar. Se trata del „Proyecto presentado al supremo gobierno por el coronel don Pedro Godoi i dedicado al senor jeneral don Manuel García, ministro de estado en los departamentos de guerra i marina“.
En el tercer párrafo del documento escribió el coronel Godoi: „ La República de Chile, según la constitución política vijente, reconoce por límites de su territorio - al norte el Despoblado de Atacama - al sur el Estrecho de Magallanes - al este la Cordillera de los Andes i al poniente las aguas del Pacífico con sus islas adyacentes. Desde el primer grito de independencia estos límites han sido reconocidos i respetados por todas las naciones, venían autorizados por el antiguo régimen de las colonias espanolas i han sido establecidos sin oposición alguna en nuestros códigos i constituciones hasta el día de hoi “.
Por desgracia, la clase política gobernante sigue prisionera del militarismo racista. Carece de calidad y fuerza moral para iniciar un nuevo tipo de relaciones con Bolivia, uno de los países más pobres del continente. O con Perú, cuna de una de las culturas originarias más prominentes de América Latina.
Refundar el ejército puede significar abrir el camino para que nos empecemos a considerar hermanos latinoamericanos. Y que ningún chileno sienta verguenza de su condición en los países vecinos.

Miguel Gómez S.
junio 3, 2005

 

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