La
elección de alcaldes y consejales en nuestro país presentó
dos componentes nuevos a considerar ante el gobierno del presidente Lagos:
se redujo la oposición de la derecha, pero aumentó la oposición
de izquierda.
La concertación de los partidos de gobierno ganó la elección,
y ésta representó, antes que nada, una derrota para la derecha.
Este conglomerado disminuyó sus fuerzas y las crónicas
ansias presidenciales de Lavín se distanciaron de la realidad.
La diferencia con los partidos de gobierno aumentó a un 10 por
ciento.
El más exacto reconocimiento del amargor de la derecha
es el artículo de Hermógenes Pérez de Arce titulado
Chile o el país ama a la izquierda, que augura hasta el retorno
de Lagos después del próximo presidente concertacionista
que debería ser electo el próximo año..
Lavín sólo atinó a agarrarse del salvavidas
de Alcaíno para celebrar la „victoria“ de la alcaldía
de Santiago. Este salvavidas lo inflaron con demoledor entusiasmo Schaulsohn
y el PPD, los cuales, con un voluntarismo pocas veces visto por su miopía,
impusieron a este singular candidato.
Lavín y su Alianza van directo al descenso. Le han
echado la culpa al empedrado: el engaño de las encuestas, los „descolgaos“,
la intervención del gobierno, mala gestión de sus alcaldes
(en efecto), etc.
Lo cierto es que en lo formal el populismo derechista puede engañar
sólo durante un cierto período; el eterno candidato Lavín
es aburrido. Al circo repetido lavinista se suman las tensiones producto
de diferencias entre la UDI y RN y antagonismos personales entre sus líderes.
Piñera acecha. Y con razón, pues Lavín ya no garantiza
nada.
Además,
mucha gente no puede sino vincular a la derecha con la masiva violación
de los derechos humanos ejecutadas por la dictadura militar. Para gran
parte del país está claro que cuando se unen los intelectuales
civiles del terror con el sable su resultado es la matanza de gran parte
de la población.
Tanto el informe Rettig sobre asesinatos y desapariciones como el actual
Informe Valech sobre Prisión Política y Tortura muestran
al país qué representa esa unión del sable y la derecha.
De los testimonios de cerca de 35 mil chilenos que fueron
sometidos a prisión política y tortura se establece la existencia
de mil 200 centros de reclusión y tortura que operaron durante
los 17 años de dictadura. No hay casos emblemáticos sino
hubo un sistema de aniquilamiento por parte de la dictadura civil y militar.
Los casi 400 juicios que se realizan en los tribunales contra militares
por hechos nefandos fueron estimulados por la derecha civil. Esta ha pretendido
desmarcarse pero todo el mundo sabe que muchos de sus líderes son
carne procesal y de presidio.
La admisión del comandante en jefe del ejército,
general Emilio Cheyre, sobre la responsabilidad institucional en las violaciones
a los derechos humanos era ineludible. De los mil 200 centros de tortura,
la gran mayoría fue operada por el Ejército.
Y la exigencia actual es que se identifique a los torturadores
y sean procesados. Es la única manera no de hablar del futuro,
sino construir un futuro sin torturadores ni criminales.
En todo caso la posición del general Cheyre contrasta con la actitud
de la UDI. Este partido y numerosos elementos de RN conformaron el estado
mayor civil que promovió y organizó el sistema que produjo
esas violaciones.
La preocupación del presidente del Senado, Hernán
Larraín, sobre cómo recuperar la unidad de los chilenos
tiene como primera solución que la UDI se divorcie de su cinismo.
Tengo en cuenta, por ejemplo, que el ex-ministro del interior de Pinochet,
senador UDI, Sergio Fernandez, declaró que el gobierno (la dictadura)
repudió cualquier apremio ilegítimo y que se dieron instrucciones
para que se castigara a quienes lo cometieran. Una delcaración
ni siquiera para manipulados.
Es muy claro: todos los políticos de la derecha comprometidos con
Pinochet, en su política de Estado -que incluye asesinatos, desapariciones
y torturas- no pueden distanciarse de la dictadura. Porque están
metidos hasta las heces y deberían estar bajo proceso y/o encarcelados.
¡Y son senadores!
El otro
factor nuevo en las elecciones es el crecimiento de la llamada izquierda
no parlamentaria que reúne a comunistas, humanistas, miristas,
cristianos de izquierda, traperos de emaús y otros.
¿Cómo se explica este crecimiento? Bueno, Chile, bajo el
gobierno del presidente Lagos, avanzó en la democratización,
pero en la medida de lo posible, formulación tan cara al ex-presidente
Aylwin, „Don Patricio“, cuya admirable habilidad política
le permitió pasar de promotor del golpe de Estado del 73 a timonel
del retorno a la democracia 17 años mas tarde.
La política que mide cada día lo posible hace
del gobierno de la concertación no un motor sino un pedal que avanza
en la democratización a fuerza de presiones, especialmente de la
izquierda no parlamentaria.
Nadie puede tener dudas de que el clima político en nuestro país
ha mejorado. Se despiertan las fuerzas democratizadoras y esa vitalidad
del país es evidente. Las estadisticas dicen que Chile tiene un
producto „por persona“ que alcanza casi los 10 mil dólares.
Tenemos una de las mejores situaciones en América Latina, pero
no fuimos ni seremos el integrante 16 de la Unión Europea como
ligero y políticamente desubicado escribía Jorge Edwards.
Los países europeos cuentan desde 17 mil para arriba.
Pero las mismas estadísticas dicen que de cada 100
pesos producidos en Chile, el 20 por ciento más rico se apropia
de 62 pesos, y al 20 por ciento más pobre le arrojan 3 pesos. Millones
viven precarios, y el legendario derechista, Fernando Leniz, exige a las
mujeres certificado de esterilización antes de firmar contrato
con su empresa forestal.
La denuncia y el llamado y/o la organización para la
acción son las banderas de la izquierda extraparlamentaria que
con su votación se convirtió en factor político nacional.
Muy pocos pueden negar gran parte de su votación representa el
apoyo a su irreductible posición en favor de la justicia y la reparación
de las victimas de la dictadura.
La Concertación
se ha afianzado y lo más probable, si considero la actual situación,
es que ganen las elecciones presidenciales del 2005. Este factor potencial
tensionará aún más la carrera presidencial para la
cual realizan precalentamiento las senoras Alvear y Bachelet, y los senores
Frei, Flores, Zaldívar y otros que se ven ante el espejo cinéndose
la banda presidencial.
Estas ambiciones, „legítimas“ como dicen
los profis, pueden afilar el debate y los antagonismos al interior del
conglomerado. Lo que ya se advierte induce a pensar que el camino de la
nominación del candidato presdidencial de la Concertación
quede sembrado de cadáveres políticos.
También es posible que se produzcan cambios y que impere la „madurez
política“ como también afirman los profesionales de
esta tan sacrificada vocación, la del „servicio público“,
pues.
Miguel
Gomez S
mediados de noviembre, 04
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