Libre
Un obvio signo de lo nuevo
es el abandono de viejos trajes
hechos a medida por sastres
constreñidores de la libertad
existencial y la superación
definitiva de epopeyas
geográficas en el planeta
para navegar hacia zonas
interiores antaño prohibidas
por moralistas partidistas
y abrir las puertas de la libertad
a las alegres aberraciones
reservadas a enfermos emotivos
para familiarizarnos con la violencia
y otros horrores en una apuesta
ganada por la realidad
del ser humano no ficticio
que transitará el dos mil libre
de toda moral, pero demente